En una galaxia muy, muy cercana... año tras año siempre es el mismo dolor. Año tras año siempre es el mismo llanto. Estos Yankees, estos mismos Yankees a quienes han tildado de 'malditos', a quienes han puesto paralelamente con un 'Imperio del Mal', siempre ponen a sufrir a un gentío. Y el grupo incluye al mismo George 'Darth Vader' Steinbrenner, así como al seguidor común; al aldeano mismo pues.
El concejo discute... Este año han dicho que Joe Torre tiene los días contados; que para Jeff Weaver será mejor comenzar a pensar en sus días con el uniforme a rayas como meros recuerdos; que hace falta un nuevo cuerpo de abridores; que el cubano José Ariel Contreras tiene que abrir todos los días. Etcéteras, etcéteras.
El sello de los Yankees de Nueva York es el más rimbombante en todos los deportes, en la historia del compendio de disciplinas que se han hecho globales a través de la profesionalización. La camisa de los Yankees de Nueva York tiene un peso sencillamente incalculable. Es el máximo poder en la constelación de la pelota. Es, al mismo tiempo, fuerza y lado oscuro.
Frente a la N y Y entrecruzadas en el fondo azul marino de la gorra, no hay términos medios. La gente odia o ama a los Yankees. Es un absolutismo producido por la superioridad histórica de un equipo con 26 títulos de Series Mundiales. Su más cercano seguidor, Cardenales de San Luis, marcha con apenas nueve.
Ser el mejor provoca casi siempre esa inevitable disyuntiva entre el amor y el odio. Muchos entre quienes detestan a los otrora 'Mulos de Manhattan', simplemente tienen una ácida envidia porque el equipo de sus favoritismos no ha sido y probablemente no es tan bueno. La gloria pesa y es a la vez, castigo y satisfacción para los ahora 'Bombarderos del Bronx'. El peligro radica en dejarse llevar por el lado oscuro de esa envidia.
El novel gerente general del mega rival de los Yankees, Medias Rojas de Boston, Theo Epstein, fue quien definió al equipo de Steinbrenner como el Imperio maligno. |