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CRIMENES FAMOSOS
Rumores y mentiras

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Por Max Haines

Las especulaciones acerca de la Sra. Mia Watters y el Sgto. Emmitt-Dunne era un tópico candente en los cuarteles de Glamorgan.

La historia de asesinato y decepción de hoy tuvo lugar en el campamento del ejército inglés conocido como Glamorgan Barracks en Duisburg, Alemania.

A la primera mirada se podía advertir que el Sargento Frederick Emmitt-Dunne era un hombre fornido y poderoso, mientras que el Sgto. Reginald Watters era pequeño, con no más de un metro cincuenta y tres de altura. Los dos hombres tenían también personalidades diametralmente opuestas. Emmitt-Dunne era más bien austero y reservado, mientras que Reg Watters era un extrovertido y alegre soldado, bien conceptuado por todos sus colegas.

Los dos hombres eran buenos amigos hasta que le llegaron rumores a Reg de que su esposa alemana, Mia, andaba en enredos con Emmitt-Dunne. Mia constantemente recibía llamadas telefónicas suyas. Hacían largas caminatas juntos. En los bailes del ejército raramente estaban separados. Reg estaba furioso.

Cuando volvió al campamento después de estar alejado por asuntos del ejército, los soldados fueron rápidos en informarle que su esposa y Emmitt-Dunne pasaban todo el tiempo juntos. Reg se enfrentó a su amigo y lo acusó de tener un prolongado asunto con Mia. Emmitt-Dunne negó la acusación de plano. Admitió que era un buen amigo de la Sra. Watters, pero nada más. La relación entre los dos hombres nunca fue la misma después de esta confrontación inicial.

El 1º. de diciembre de 1953, el Sgto. Reg Watters no podía ser localizado. A las 3 de la madrugada, el Sgto. De Brigada Fry, acompañado por Emmitt-Dunne, revisaron los cuarteles. Encontraron a Reg ahorcado en una escalera que llevaba de la planta baja al primer piso. Una soga estaba atada a la baranda de la escalera y al cuello de Reg. Cerca de sus pies estaba volcado un balde y había un zapato.

Dada su frustración sobre su deteriorado matrimonio y las circunstancias de su muerte, la conclusión obvia a la que llegaron la mayoría de sus amigos, soldados y funcionarios era que Reg había cometido suicidio. Una autopsia indicó que había causado su propia muerte por estrangulamiento. Esto fue más tarde confirmado por una Corte de Investigaciones, la cual oficialmente estampó la causa de muerte como suicidio.

Así habrían quedado las cosas si no hubiera sido por las sospechas de un hombre, Frank Walters, antiguo sargento de la Rama de Investigaciones Especiales del Ejército del Rin. Walters había dejado Alemania poco después del suicidio y había retornado a Inglaterra, donde se convirtió en un oficial de policía. Siete meses más tarde oyó del matrimonio de Emmitt-Dunne con la viuda de Reg Watters. Recordó los rumores que habían corrido en los cuarteles para la época del suicidio.

Walters se conectó con la policía alemana, quienes investigaron sus sospechas. Ellos, a su turno, se pusieron en contacto con Scotland Yard, la que despachó un superintendente a Alemania para darle una mirada a todo el asunto. Como resultado el cuerpo de Reg Watters fue exhumado y Emmitt-Dunne, quien estaba viviendo en Inglaterra con su esposa, acusado de su asesinato. Fue devuelto a Alemania para ser sometido a juicio por una corte marcial.

La fiscalía presentó un fuerte caso. El Dr. Francis Camp había examinado el cuerpo desenterrado. Testificó que Watters había encontrado la muerte como consecuencia de un “golpe tipo comando” en la manzana de Adán y no por estrangulación debido a ahorcamiento.

Ronald Emmitt, medio hermano del acusado, fue el principal testigo de la fiscalía. A cambio de inmunidad de la fiscalía, contó todo. Ronald había estado destinado en los Cuarteles de Glamorgan al mismo tiempo que su hermanastro.

En la noche del supuesto suicidio, recibió un mensaje de Emmitt-Dunne para encontrarse fuera del comedor de sub-oficiales. Cuando Ronald apareció, Emmitt-Dunne le dijo, “Maté a un hombre. Tuvimos una discusión y le di un golpe. Cayó al suelo y encontré que estaba muerto”.

Los dos hombres hablaron por algún tiempo antes que Emmitt-Dunne le mostrara a Donald el cuerpo. Un trozo de cuerda ya estaba alrededor de su cuello. Emmitt-Dunne le pidió a Ronald que levantara el cuerpo para que así él pudiera atar el otro extremo de la soga a la baranda de la escalera para hacerlo aparecer como un suicidio. Luego le pidió a Ronald que buscara un balde. Juntos arreglaron la escena para que los pies de Watters colgaran alrededor de quince centímetros del suelo. Emmitt-Dunne fue hasta el casino de sub-oficiales, donde jugó a los naipes por unas pocas horas.

En horas de la madrugada, cuando la Sra. Watters se alarmó por la ausencia de su marido, Emmitt-Dunne y el Sgto. Fry comenzaron la búsqueda, la que dio como resultado que encontraran el cuerpo colgando de la escalera. Emmitt-Dunne subió al estrado de los testigos. No se oía un sonido en la sala. Aquí estaba un hombre acusado de haberse casado con la esposa de su víctima. Nadie buscaba el motivo en este caso. El testificó que había encontrado a Watters atando la soga a la baranda de las escaleras. Conversaron por un tiempo. Emmitt-Dunne dijo que trató de convencer a Watters, explicándole que no había nada de cierto en los rumores acerca de él y Mia. Reg no estaba convencido, pero aceptó que lo llevara con el auto hasta su casa, alrededor de un kilómetro y medio de distancia. Antes que Emmitt-Dunne pudiera arrancar el auto, los dos hombres discutieron. Reg se puso muy exaltado. De acuerdo a Emmitt-Dunne, había actuado como un loco. Repentinamente, Reg estaba empuñando una pistola calibre 38, con la que apuntó directamente entre los ojos de Emmitt-Dunne.

Emmitt-Dunne creyó firmemente que iba a morir. Afirmó que lentamente levantó su brazo y giró con toda su fuerza, intentando golpear a su adversario en la mandíbula detrás de la oreja. En respuesta a la pregunta de su abogado: “¿Intentaba provocar graves daños corporales?”

Emmitt-Dunne respondió, “No.”

El abogado continuó, “¿Cuál era el propósito del golpe?”

“Atontarlo, para tomar posesión de la pistola.”

El acusado siguió diciendo que el golpe no había dado donde él lo había intentado, sino que golpeó a Watters en la garganta, matándolo instantáneamente. A causa de los intensos rumores que corrían por el campamento de que él estaba involucrado con la esposa del hombre muerto, entró en pánico y surgió la idea del suicidio. Para llevarlo a cabo, solicitó la ayuda de su medio hermano. Afirmó que nunca había intimado con Mia Watters mientras Reg estaba vivo. Más tarde, se encontró con ella casi por accidente. Se involucraron románticamente y se casaron. Mia Emmitt-Dunne corroboró la historia de su marido de que no habían intimado antes de la muerte de Reg.

Bien, ahora, era una gran historia, pero tenía unas imperfecciones. El Dr. Camp fue llamado por la fiscalía. La policía había colocado dos hombres de la misma altura y peso que Emmitt-Dunne y Watters en el auto del acusado y habían intentado dar un golpe como el demostrado por Emmitt-Dunne en la Corte. El Dr. Camp dejó poco a la imaginación cuando declaró, “El golpe que mató a Watters debe haber sido un golpe directamente a través del cuello. De modo que el acusado lo demostró el otro día, semejante golpe es imposible.”

A la corte militar le llevó sólo 76 minutos volver con el veredicto de culpable. Emmitt-Dunne fue inicialmente sentenciado a muerte, pero como la ley alemana no tenía la pena de muerte en ese momento, la sentencia fue conmutada por la de cadena perpetua.

 

 

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A la corte militar le llevó sólo 76 minutos volver con el veredicto de culpable. Emmitt-Dunne fue inicialmente sentenciado a muerte, pero como la ley alemana no tenía la pena de muerte en ese momento, la sentencia fue conmutada por la de cadena perpetua.

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