La excitación, el placer, el estímulo, todo eso y aún más cosas, pasan por el cerebro y por la forma en que éste puede aceptar lo que recibe desde el exterior.
Por supuesto, esto quiere decir que el primer paso hacia un orgasmo pasa por la cabeza.
Lo primero y principal para ver si estamos bien, es ver cómo nuestra pareja reacciona frente a nosotros, ver que tan cómoda se siente en nuestra presencia. Por ejemplo, hay que ver si siente algún prurito en mostrar su desnudez cuando estamos en el mismo lugar .
Si no siente inseguridades y molestias por esto, si se anima y no siente vergüenza por su cuerpo, entonces estamos en el buen camino hacia el orgasmo.
Esta comodidad con nosotros también incluye el poder hablar del tema sexual con total apertura, poder decirnos qué es lo que la hace sentirse bien y qué la molesta, cuáles son sus deseos y fantasías, qué es lo que deberíamos estar haciendo y con qué debemos detenernos. Si se cumple con esto, entonces el orgasmo es una posibilidad que se encuentra muy cercana.
Si constantemente estamos preocupándonos por cómo nos vemos, por lo que estamos haciendo, por lo que "deberíamos" estar haciendo o si no nos animamos a marcarle a nuestra pareja que algo que está haciendo nos hace sentir mal; entonces muy difícilmente podremos dejarnos llevar lo suficiente, como para poder disfrutarlo en su totalidad.