Una vez más, los ciudadanos de la capital nos encontramos ante el umbral de una nueva medida de fuerza de una parte del gremio transportista, que pretende echar por tierra la iniciativa de reformas al sistema.
Transmóvil no será lo que el país esperaba de este gobierno en cuanto al alcance de un nuevo sistema de transporte masivo, pero dadas sus características, es un comienzo para al fin comenzar a librarnos de los tentáculos de los actuales Diablos Rojos.
La ciudadanía tenía las esperanzas de que luego de desmoronarse el plan de establecer los buses Transmilenio, la administración Torrijos avanzaría con un proyecto de tren urbano, o un monorriel.
Esto no se dio. Pero por lo menos el plan Transmóvil traslada a empresas privadas la operación de buses que serán propiedad del Estado, quitándole las riendas del sistma a la actual cúpula transportista que ha fallado una y otra vez en cumplir sus compromisos tanto con los usuarios, como con Estado, que más préstamos y refinanciamientos no ha podido darles.
El sector transportista tiene que entender que ya tuvieron su oportunidad (en realidad fueron varias) de ponerse a la altura de las circunstancias, de evolucionar, y de ofrecer un servicio seguro, responsable y confiable. Es hora de darle el protagonismo a nuevos actores en la escena.
La verdadera pregunta en esta situación del paro es cómo se portará la actual administración. Tanto este como los anteriores gobiernos han sido intimidados por el sector transportista. ¿Qué sucederá ahora? Ojalá que se pongan los pantalones. Mientras tanto, muchos panameños se las verán de cuadritos para poder llegar a sus trabajos esta semana. Esperemos que todo no sea en vano.