Por fin llegó el día que tanto soñabas... el día cuando me ibas a regalar todo lo que hoy recibo de ti, después que, alegre y emocionado, me dijiste: ¡FELIZ DIA, PAPA!
Curioso e impaciente, aguardabas que yo abriera mi regalo delante de ti, y a pesar de las ganas que también yo sentía por hacerlo, me "contuve", venciendo la tentación que me invadía.
El día transcurrió con todo el sabor propio de la celebración de un Día del Padre, tomándome unos tragos, celebrando algunos chistes, reviviendo anécdotas ya contadas, sacudiendo el esqueleto con buenas piezas musicales, y, por supuesto, devorando la exquisita comida que prepararon mi esposa con el apoyo de nuestras hijas.
Al final del día, y cuando ya todo había retornado a la "normalidad", me encerré en mi cuarto, ahora sí dispuesto a rasgar lazo y papel que cubrían la cajita que contenía mi regalo... un regalo que, físicamente, calculo, no alcanzaba ni ocho onzas de peso.
Abrí la cajita, y... ¡sorpresa! No había una corbata, ni un juego de pañuelos, ni el par de pantuflas que siempre quise tener, tampoco la billetera que buena falta me hacía. Lo que encontré dentro era una hoja de papel doblada en cuatro partes, la cual, al desdoblarla, pude leer lo siguiente:
-"Papá: esta vez no tengo dinero para regalarte nada... lo único que puedo darte es mi sincero agradecimiento por haberme formado, y convertido, en la persona que hoy soy.
"Tus consejos, tus ejemplos, tus sacrificios, desvelos, penas y glorias que experimentaste por mi causa, y a mi favor, son los tesoros que hoy acaricio...
"Cuando me creí vencido, me animaste; cuando sentí soledad, allí estabas haciéndome compañía. Me diste amor cuando yo sentí que no existía; supiste disimular todas las angustias, sinsabores y malos ratos que te hice pasar, tan solo para que yo no las sufriera tanto como tú...
"Papá, hoy me doy cuenta que cuando se tiene un padre como tú, no hace falta visitar sicólogos, trabajadores sociales, o ninguna otra instancia de ese tipo... tu comprensión, tolerancia y afecto me bastaron.
"Y si te digo estas cosas en la forma como hoy lo hago -con este escrito- es porque no sabría decírtelas cara a cara, sin conmoverme y romper a llorar, provocando que tú también lloraras conmigo (y dos hombres llorando juntos debe ser bien feo)...
"Así, hoy Día del Padre, solo puedo regalarte mi amor, mi admiración, mi respeto y mis sinceros deseos para que siempre, Dios mediante, seas para nosotros -mi mamá y mis hermanos- el padre que hasta hoy has demostrado ser. Te quiero, papá".
Muchas gracias, mi hijo
2001 - Año de la Biblia
¡Au Revoir! |