VARIEDADES


De novio fácil a marido difícil

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Redacción
Crítica en Línea

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Esos defectos, de novios son "deliciosos", de casados resultan horribles, imperdonables.

"Llegó todo desaliñado, un tanto hediondo y con una cara de cansancio que nadie se la podía quitar. Había tenido un día pésimo", con una cara de frustración perpetua nos contó Magalis, mientras limpiaba una mancha de jugo que su esposo había dejado en el piso.

"¿Sabes por qué estoy haciendo esto? Arturo, mi esposo, dejó caer esta mañana el jugo y ni se inmutó en recogerlo, es más lo pisó y lo regó por toda la sala. ¡Qué tristeza!", nos seguía relatando su historia con la frente casi pegada al piso.

"Él sabe que yo vengo detrás para arreglar todas las trastadas que hace, qué fastidio", continuó diciendo. Esta es su queja diaria después de dos años y medio de matrimonio. Él es tan "inconsciente y desorganizado".

Sin embargo, cuando eran novios, Magalis era la primera que le decía a Arturo, cuando éste entraba por la puerta de su casa: "Ponte cómodo, mi vida. Quítate el saco y la corbata, que te los cuelgo aquí en mi closet". Y, casi inmediatamente, le preguntaba con dulzura: "¿Quieres un cafecito?". Si se derramaba, ella rápidamente se levantaba a limpiarlo... "No te preocupes, es una manchita sin importancia. Con este líquido desaparece enseguida".

Resumiendo: Magalis estaba muy enamorada y Arturo no sólo se dejó mimar, sino que se acostumbró mal. Esos defectos, de novios son "deliciosos", de casados resultan horribles, imperdonables.

Durante los primeros tiempos del romance, ninguno de los dos tiene visión para darse cuenta de los detalles que llegarán a ser molestos una vez que se sumerjan en la convivencia. Todo parece ser maravilloso, ideal, hecho a la medida. Definitivamente, no tenemos capacidad para ser objetivos. Esos pequeños defectos, si los llegáramos a ver, parecen no tener trascendencia.

DURANTE EL NOVIAZGO LO VEMOS COMO QUEREMOS

Los sicólogos están de acuerdo en que en esa primera etapa en que la pasión está candente, nuestros sentimientos nos traicionan... estamos como a ciegas. Y si en un momento algún comportamiento de él nos causara malestar, "tapamos" el defecto sin pensarlo dos veces, sin analizarlo.

Por supuesto, le estamos huyendo a la realidad, a la velocidad galopante. "Este no es el momento para una desilusión", nos decimos. "Estoy viviendo alto tan bonito que no vale la pena echarlo a perder por una insignificancia", dijo Lourdes una vez, cuando sólo llevaba dos meses de novia con Roberto. Amanda piensa que ella y Raúl ya no son el Ying y el Yang... "¿Me habré casado con el hombre equivocado?", se pregunta ella constantemente. "De novios me encantaba lo espléndido que era. Me invitaba a discotecas, a cenar, me traía flores, regalos... y yo me sentía como un reina. Me fascinaba el trato que me daba. De casados, me pone histérica que derroche el dinero de esa manera. Nuestras tarjetas de crédito están hasta arriba y de nada vale que le explique que no podemos continuar así. ¡Es un inconsciente!

EL ACUERDO ESPERADO

Si para discutir se necesitan dos, para llegar a un acuerdo también. Y de más está preguntarse de quién es la culpa, porque, probablemente, sea de los dos. De la mujer, por consentir demasiado a su pareja durante la etapa del noviazgo y, del hombre, por creerse que es "perfecto" y que se lo merece todo.

Una vez casados y envueltos en la convivencia, que es la etapa en que todos los defectos "comienzan a verse", tanto el hombre como la mujer deben comprender que, lejos de discutir y reprocharse, lo que deben hacer es intercambiar opiniones, tratar de comprenderse y, por último, llegar a un acuerdo. Desafortunadamente, es difícil cambiar los hábitos de los demás, pero sí se pueden "suavizar". Este es un asunto entre dos y hay que negociar.

 

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