Lunes 16 de junio de 2003

 

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  OPINION

EDITORIAL
Alto a las muertes en las carreteras

Tomar las llaves del vehículo para activar el motor y dirigirse hacia el trabajo, no es tan fácil como piensan muchos panameños, quienes salen de sus hogares, después de dar un beso de despedida a su esposa e hijos. Una despedida que para 190 personas, al menos en lo que va del año, ha sido para siempre.

Las estadísticas del Tránsito no mienten. El panameño se sigue matando en las calles y muchas veces es por no hacer una simple rutina de revisión de llantas, luces, frenos o ajustes de los retrovisores, antes de poner el auto en marcha.

Los escalofriantes accidentes de tránsito registrados desde inicio de este año, han dibujado en las principales avenidas del país escenas vistas únicamente en películas. Cuerpos carbonizados y mutilados han sido la nota más crítica, donde episodios de dolor conmueven hasta el más duro corazón, como el caso de una mujer embarazada que se acercó con fe a la autopista Arraiján-La Chorrera, de ver a su esposo vivo. La historia fue otra. No sólo estaba muerto, sino que la mitad de su cuerpo estaba carbonizada y la otra prácticamente cubierta de sangre.

¿Cómo frenar la ola de accidentes?. Tal vez ser algo más cortés en las calles o dejar de beber sirva de algo, pero lo cierto es que un letrero de no exceda el límite de 100 K/ph no sirve de nada. Mucho menos un simple radar, cuando existe la complicidad de los otros conductores con el intercambio de luces como diciendo "juega vivo" que adelante hay policías.

La educación vial es un elemento importantísimo que no se pone en práctica, prueba de ello es que los automovilistas han mal entendido el significado de la luz amarilla en los semáforos. Ahora, en vez de bajar la velocidad porque viene la roja, se aumenta. El panameño maneja sin control y sin saber que su vida y la de quien viaja con él, está pendiendo de un hilo cuando se anda en un transporte de cuatro ruedas por las carreteras, donde no sólo hay que lidiar con calles en mal estado, sin pintar, sino que también con peatones imprudentes que se lanzan al suicidio, por no querer usar los pasos elevados.

La culpa es tripartita. Conductor, peatón y las autoridades. Si una de estas falla, sobre todo la que debe imponer el respeto, las estadísticas seguirán en aumento, antes no.

Ya es tiempo en que los panameños respeten las señales de tránsito. Es el momento de frenar la estadística fatal para evitar que sea por esta vía en la que más ciudadanos de este país pierden la vida, pero hay que poner empeño y hacer respetar las reglas.

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