Una doble pena aqueja a los parientes del jubilado Augusto Mosquera.
No sólo por la muerte del trabajador que falleció a consecuencia de un infarto, sino que un negligente que labora en una funeraria local entregó el cuerpo sin vida a otros panameños.
En cuestión de minutos cremaron el cadáver y no se descarta que los familiares de Mosquera y Henry Lewis, ambos fallecidos del corazón la semana pasada, procedan legalmente contra la "Funeraria Cristo Rey".
La razón les asiste en este insólito caso, que puede formar parte del libro de Ripleys.
Esta situación ocurrió ayer, lunes, en la mañana, pues los parientes del señor realizaban los trámites para el sepelio.
Augusto Mosquera, panameño, de 77 años, jubilado, fue cremado, pero sus cenizas fueron entregadas a otra familia que no era la suya.
Visiblemente molesta, Luzmila Ordóñez, hija del trabajador, calificó en reiteradas ocasiones como actitud negligente la asumida ayer, por un empleado de la "Funeraria Cristo Rey".
Este individuo no permitió que las personas reconocieran a Mosquera, al alegar que su cuerpo estaba bastante descompuesto.
El funcionario entregó el cuerpo a la familia del occiso llamado Henry Lewis.
Augusto Mosquera laboró por varios años en la estatal empresa Cemento Bayano.
"Lo menos que deseaba Augusto es que fuera cremado", dijo la hija en presencia de parientes que no ocultaban su frustración e ira.
RECLAMO
Funcionarios de la Morgue tienen la obligación de enseñar el difunto a los dolientes para que se vayan satisfechos, indicó Fulgencio González Hinestroza, experto funerario.