En un país tan húmedo como el nuestro y con tanta calor se transpira muy a menudo y por todos lados. No excluya ni las axilas ni los pies, pues en este último lugar las razones sobran. Una de ellas es la gran cantidad de horas que se mantiene el pie cubierto de cuero o plástico sintético (material con que fabrican los zapatos de bajos costos), lo cual aumenta el nivel de sudoración.
Ante tanta humedad en la piel, el ambiente se convierte en un lugar propicio para el crecimiento de los hongos. Usted no debe estar feliz si alguien le dice que tiene "pie de atleta", pues es el nombre del hongo más conocido. Al principio aparece como un enrojecimiento de la piel que pica mucho; al rascarnos nos producimos unas ampollas que se rompen y van aumentando la zona afectada. Es difícil quitarlo cuando ya ha salido la primera vez, pero podemos evitar infectarnos teniendo un mínimo de cuidado a la hora de bañarnos en piscinas o duchas de los gimnasios, porque es el medio más idóneo para que los hongos se desarrollen, debemos utilizar sandalias de goma que desinfectaremos con algún producto antiséptico.
En lugares de trabajo donde se labora fines de semana es común ver a compañeros con sandalias. Según los especialistas, no es malo usarlas, pues representan un descanso para esos pies y es la manera más rápida de combatir cualquier humedad que le afecte, por ello se recomienda utilizar zapatos que mantengan los pies lo más secos posibles para evitar la proliferación de los hongos. Lo mejor son los zapatos con suela de cuero o en verano con suela de esparto que dejan transpirar al pie.
Si ya nos hemos contagiado de hongos, están las soluciones médicas convencionales, pero lo mejor es prevenir manteniendo la piel siempre bien seca y limpia y nunca rascarnos ya que las uñas son portadoras de miles de microbios y bacterias que propician la infección de la zona.