EDITORIAL
Vampiros económicos
Un comentarista tildaba ayer muy bien de "sanguijuelas" y de "vampiros económicos" a los sujetos que se adhieren a las esferas de poder, para sacar provecho y hacer grandes negocios.
Esta clase de elementos ha existido en casi todo los gobiernos. Utilizan el tráfico de influencias para ganarse licitaciones o contratos directos. Durante la campaña electoral respaldan a los candidatos de mayor opción, para luego resarcirse en creces cuando éstos llegan al poder.
Ese tipo de situaciones es la que mayormente da paso a los escándalos de corrupción que sacuden a los gobiernos. Mientras se castiga al funcionario de menor jerarquía que se roba la caja menuda de una institución, los ladrones de saco y corbata sin intocables.
Aparte de eso, los que ostentan el poder, a pesar de las recomendaciones de propios y extraños, no hacen nada para sacudirse a ese tipo de elementos, que más que ayudar perjudican la buena imagen de todo gobierno.
Frente a estas situaciones y los oídos sordos de la clase política, al pueblo y a los medios de comunicación social no les queda más que estar alerta para no permitir que la corrupción rampante surja en las actividades de proveeduría y compras públicas; así como el favoritismo en las contrataciones estatales, que en todo caso castigan los haberes públicos.
La corrupción es uno de los peores males para todo gobierno. Reduce a pasos agigantados la imagen de una administración y cuando se demoran los correctivos, se hace casi imposible que la ciudadanía retome la confianza en la clase política.
Ya los cuestionamientos diarios sobre el tema parecen una cantaleta, pero al mismo tiempo hay que reconocer que la clase política está sorda o vive en otra galaxia. Le corresponde a los que gobiernan al país alejar a ese clase de elementos que los perjudican en vez de colaborar en el mejor desempeño de su gestión.
Cuando en un gobierno se producen ese tipo de situaciones y los que están al frente del poder, no hacen nada, la opinión pública, puede concluir que se apoya tácitamente a esos elementos. Los gobiernos deben despertar y no vivir en un país de ensueño, de lo contrario serán devorados por la corrupción.
PUNTO CRITICO |
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