Las constantes situaciones que devienen, acusan en medidas superiores, las sorpresivas configuraciones con los fenómenos mortificantes, calificando como un medidor infalible del tiempo, sancionando sus bonanzas y turbaciones.
Pareciera que todo marcha contrariado en alarmante conquista irremediable de lo enloquecido, donde las mancecillas del reloj se han confabulado para recorrer a la inversa, como denunciando el desprecio del cual somos víctimas, sintiendo los agravios de un mundo que gira en retroceso.
Primero fue la canasta infame que sin cesar se ensañó garroteándonos las espaldas, haciéndonos sufrir lacerados impunemente como un castigo enviado de las alturas, extremando nuestros movimientos corporales como consecuencia de la inanición.
Sostener una buena dieta alimentaria se ha convertido en un delito, para nosotros los que apenas nos conformamos con el desplazamiento rápido y envidiable que realiza el cuchillo sobre el pedazo de filete en el mercado.
Se ha escrito que algunos pueblos de la antigüedad les llegó la época de las siete vacas flacas; pues ya las veo venir con sus pasos lentos confiscados por la hambruna, exhalando pestilencias y desenfrenos, socias de las agonías. Pero me quedan algunas medidas de consejería que he traído bajo la manga.
El sol, fuente de energía intachable, pdemos llamarlo para que nos actúe de intermediario. Corte la carne en tasajos y culélguela sobre el alambre liso o de púas, así la podremos conservar por largo tiempo, supliendo el frío. También guardando la manteca de cerdo en tanques depositando la carne ya frita y cuando concurrimos a la mesa se sirva acompañada con los otros alimentos.
Esta cadena de acontecimientos nos pueden llevar a una serie de conductas adversas y confusas, donde los fines no tendrán medios que los puedan justificar.