La democracia panameña continúa su evolución. En esta ocasión se ha demostrado que las acciones gubernamentales no son un dogma y han encontrado un contrapeso proveniente de sectores tradicionalmente beligerantes, en particular en la recientemente aprobada reforma a la ley orgánica de la Caja de Seguro Social. Eso ha demostrado que una mayoría de electores no garantiza la abierta aceptación de las medidas tomadas por el partido ganador de los comicios.
Recuerdo las elecciones pasadas, cuando Guillermo Endara se aprovechó de las circunstancias y llenó un vacío que impidió un más arrollador triunfo del Partido Revolucionario Democrático que nunca tuvo una verdadera resistencia en los otros grupos políticos, carentes de mecanismos internos de democracia que consolidaran un bastión de lucha contra el ahora colectivo gobernante.
Ante la manifiesta debilidad política de los adversarios del PRD, la democracia genera, de manera espontánea, fuerzas capaces de constituir una acción de equilibrio, de enfrentar al gobierno y orientar a la opinión pública, con capacidad de convocatoria para enfrentar, en este caso, las recientes reformas del Seguro Social.
Estos grupos, entre los que debemos mencionar a los gremios de docentes, de médicos, los sindicatos como SUNTRACS y CONUSI y los sectores de intelectuales, estudiantiles y económicos, tienen una probada capacidad de lucha en las calles.
Pero no sólo es la oposición a las reformas a la ley de seguridad social lo que anima a estas agrupaciones a desarrollar la lucha, sino también las intenciones de aprobar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el referéndum por la ampliación del Canal y otros, que serían combatidos en una confrontación democrática.
Los líderes de este movimiento, son el educador Andrés Rodríguez; los dirigentes sindicales obreros, Genaro López y Saúl Méndez; el intelectual de izquierda y economista, Juan Jované, quienes en conjunto tienen ideas definidas y afines frente a los trascendentes temas nacionales como son la deuda externa, la globalización, la corrupción y la seguridad social, entre otros.
Ellos deben ser conscientes de que se han creado condiciones para la formación de un frente popular, similar a lo ocurrido en Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia y Ecuador y posiblemente en Nicaragua, donde la vía electoral está abierta a las izquierdas recicladas en un mundo de economías abiertas y comunicación expedita.
Para nadie entonces es un secreto que Endara, en la contienda electoral pasada, le dio el tiro de gracia a esos partidos oportunistas que cada cinco años esperan para adherirse a proyectos de gobierno de los grupos grandes y con capacidad proselitista. Ahora le toca a la población enterrarlos en el olvido y servir de balanza en los proyectos de carácter sensitivo capaces de afectar a la población.