Sabía que este tema les iba a encantar. ¿A quién no han agarrado de congo con eso de servirle de fiador a un par de supuestos amigos o compañeros de trabajo?
Para estos tiempos, muchas familias se pelean porque alguien dejó de pagar su responsabilidad y, al final, quien queda pagando es el pobre fiador.
Son muchos los ejemplos, uno de ellos -me contó un amigo- ocurrió cuando un sujeto estaba organizando su boda, pero le hacía falta un dinero para cubrir los gastos. Se le ocurrió pedir un préstamo y, por su puesto, le pidieron fiador. El tipo se casó y en un año nunca pagó (era por ventanilla) hasta que al fiador lo llamaron para ponerlo al tanto que en la siguiente quincena le descontarían. Al fiador no le quedó más remedio que llamar a casa de esa persona y decirle abiertamente a la esposa: "Disculpe, hace un año cuando usted se iba a casar con fulano, yo le serví de fiador, pero él no ha pagado nada". Eso fue todo, al día siguiente fueron a pagar más rápido que ligero, como dicen en la tierra de Aurelio.
Hay casos peores, pero para qué seguir escribiendo ejemplos. Aquí lo importante es pensarlo tres veces antes de hacer este tipo de favores a las personas irresponsables que engrampan a muchos.
Los fiadores son personas que hacen el favor de buena fe, pero nunca se esperan que les quedarán mal. Realmente los ciudadanos que tengan fiadores deben considerar que existe una gran amistad para que un ser humano se atreva a ser su fiador, sobre todo en esta época en que nadie confía en nadie.
Las entidades crediticias deben ser también consideradas y advertir a los fiadores antes que comiencen con el descuento. Al menos, la gente espera una llamada que les adelante que la persona a quien usted sirvió de fiador no ha pagado nada. Esto da pie a que el fiador hable con el sujeto y arregle, antes de ser engrampa’o.
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