Estados Unidos inicia hoy el proceso judicial contra el presunto "cerebro" del 11-S y algunos de sus colaboradores, bajo la sospecha de la tortura y en medio de alegaciones de presiones políticas y protestas sobre las normas legales.
Los familiares de las 2,973 personas que perecieron en el World Trade Center de Nueva York, en el Pentágono en Washington y en un campo de Pensilvania esperan justicia desde hace casi siete años, pero no podrán mirar a la cara personalmente al hombre que supuestamente puso en marcha la masacre, Khalid Sheikh Mohammed.
Mohammed será juzgado en la base de Estados Unidos en la bahía cubana de Guantánamo, ante un tribunal militar especial que está envuelto en la controversia.
"Se trata de un sistema legal enteramente nuevo", dijo Gary Solís, profesor de derecho de la Universidad de Georgetown y ex fiscal de los Marines. "Creo que las reglas no son justas", afirmó.
Se permite, por ejemplo, la presentación de confesiones obtenidas en interrogatorios bajo "métodos mejorados", un eufemismo acuñado por el Gobierno del presidente George W. Bush para lo que las organizaciones de defensa de los derechos humanos llaman tortura.
Mohammed fue sometido a asfixias simuladas, según ha reconocido la propia CIA, una técnica que consiste en echar agua en el rostro del prisionero, que al inhalarla tiene la sensación de que se va a ahogar. El presunto cabecilla de Al Qaeda comparecerá en público por primera vez desde su captura en 2003 en Pakistán, tras haber pasado por una o varias cárceles secretas de la agencia de inteligencia estadounidense.
CUBA: OBERTURA
60 Periodistas y un número indeterminado de observadores comparecerán a la audiencia donde escucharán parte del testimonio de Khalid Sheikh Mohammed, presunto autor intelectual de los atentados del 11-S en Estados Unidos.