EDITORIAL
Redacción
Para rematar, ahora algunos de los 30 implicados revelan que el desfalco se venía cometiendo desde la década pasada. El modus operandi, era cambiar por ventanilla los cheques girados al Tesoro Nacional por firmas de abogados, que debían pagar compromisos de clientes.
Una vez hecho efectivo el cheque que debía alimentar las arcas del Estado, la suma se depositaba en las cuentas de los involucrados y al cajero colaborador se le pagaba una mordida del cinco al 10 por ciento.
Una auditoría que abarca las operaciones de 15 meses, revela que al menos 800 mil balboas, fueron robados al Estado. Da la impresión, que una revisión hacia otros años, pondrá al descubierto un millonario desfalco.
El Banco Nacional de Panamá durante la dictadura fue la caja del gobierno, al punto que a su derrocamiento, el gobierno de los militares mantenía un sobregiro que superaba los mil millones de balboas. La administración surgida tras la invasión norteamericana hizo los arreglos para amortizar ese y otros compromisos del Gobierno Central, que hoy día se mantienen en 500 millones de dólares.
Parece increíble que cuando la administración del Banco Nacional pregona haber alcanzado una cifra récord de préstamos por 1,000 millones de balboas y utilidades que superan los 100 millones de balboas, se descubra este tipo de desfalco.
El negocio bancario se fundamenta en la confianza. Claro está que el Banco Nacional superará este golpe, pero resulta preocupante que se registren desfalcos, sin que nadie los detecte.
Dónde están los auditores internos y externos que nunca se dieron cuenta de lo que sucedía. El desfalco se descubrió por la denuncia de una de las firmas de abogados afectadas con el desvío de los cheques que giraba al Tesoro Nacional y no por la acción del personal del banco.
Lo sucedido revela la falta de controles y ante eso se hace necesaria una revisión profunda de los procedimientos para evitar que se repita un nuevo zarpazo al Banco Nacional.
PUNTO CRITICO |
 |
|