Rusia imprimió ayer un perceptible cambio de rumbo a su política respecto a Irán a instancias de Estados Unidos, pero pidió a Washington que no utilice el programa nuclear iraní para tratar de imponer su control energético en Oriente Medio.
Moscú está decidida a replantear su obstinada defensa de Teherán y sus planes atómicos. Este era uno de los asuntos que más problemas ha causado a las relaciones entre Rusia y EEUU, que acusa a Irán de desarrollar su programa nuclear para producir armas atómicas.
El presidente ruso, Vladímir Putin, marcó el cambio de rumbo de Moscú cuando, tras reunirse con sus colegas del G8, dijo que su país seguirá cooperando con Irán pero bajo estricto control de la legislación internacional.
Un portavoz del ministerio de Energía Atómica ruso decía poco después que Moscú "comprendía" el recelo de Irán a firmar un pacto de control nuclear. Teherán teme que un acuerdo limitaría su soberanía.
Moscú construye un reactor atómico en la localidad iraní de Bushehr.
Este proyecto, que supone para Rusia más de mil millones de dólares, explica la defensa rusa del programa nuclear iraní. |