Unas 23 comunidades establecidas en las riberas del río Bayano, viven como cualquier pueblo ubicado en las recónditas montañas interioranas. La carretera es un gran lodazal y sólo pueden sacar sus productos a caballo o cargados al hombro. Pareciera que el tiempo se detuvo en esa zona cercana a la moderna ciudad de Panamá, donde se proyecta lEva, Crítica en Líneantar rascacielos y construcciones millonarias. El ministro de Obras Públicas, Benjamín Colamarco, debería darse una vueltecita por esos lares, para que viva en carne propia lo que sufren cada día esos pobladores olvidados.