Rocío Jurado, una reina de corazones, murió ayer a la edad de 61 años. Un cáncer de páncreas le consumió la vida a la cantante española. Su voz prodigiosa, que amasaba sin estridencias flamenco y copla, su carácter arrollador, la teatralidad sobre el escenario y su intensa vida, la convirtieron en toda una diva.
Su féretro fue recibido con vítores, aplausos y miles de claveles blancos que lanzaban al paso del cortejo. Uno de los momentos más emotivos se vivió cuando su hija Rocío Carrasco salía del carro fúnebre con una rosa roja en la mano, que ha levantado en señal de saludo y que ha sido respondido con un fuerte aplauso, que le volvieron a arrancar lágrimas.