CUARTILLAS
Diez
Milciades A. Ortiz Jr.
La dama, mientras esperaba
el inicio del acto de sustentación de la tesis de su hija, lanzó
esta expresión que me llamó la atención:
"Le doy diez años del Canal en manos panameñas para
que comience a tener problemas".
Como suele ocurrir, "metí mi cuchara" en este asunto
que tiene especial significado para mí. Agregué, sin que nadie
me pidiera opinión.
"Estoy de acuerdo con Ud. señora, porque he dicho varias
veces que calculo que a diez años de ser administrado el Canal por
los panameños, comenzarán los problemas de mantenimiento y
compra de piezas a tiempo".
Luego de un segundo y ante la atención que había conseguido
de la dama y los acompañantes que estaban sentados junto a ella,
agregué:
"Imagino que habrán piezas de repuestos en los depósitos
canaleros, en cantidad suficiente para que durante algunos años,
no existan problemas de mantenimiento. Pero conociendo cómo son los
panameños, que lo que menos hacen es dar mantenimiento a algo, calculo
que luego de diez años habrá problemas".
La dama se sonrió y no me dijo dónde había sacado
ese cálculo de diez años de "gracia", que le daba
para que comenzaran los problemas de mantenimiento del Canal.
Aprovechando unos minutos, ilustré a los presentes de una duda
que tengo desde hace unos veinte años, cuando como periodista entrevisté
a un conocido ingeniero ya fallecido. Dije a los presentes:
"A mí me dijo un ingeniero hace muchos años, que
el cemento utilizado para construir el Canal tenía una vida útil
de cien años. En ese entonces esto no llamaba la atención
de nadie, pero ahora sí tiene importancia, ya que dentro de catorce
años y meses, se cumplirán cien años de la construcción
del Canal".
Uno de los presentes (quien no se identificó debidamente) vino
en auxilio a mi planteamiento. Señaló que ha visto rajas en
las paredes de algunas esclusas, por donde hay filtraciones de agua.
La conversación se dirigió entonces a la tecnología
utilizada en aquella época para hacer el canal, que lógicamente
tiene que estar algo anticuada en estos momentos. "Por eso el Canal
consume tanta agua que se pierde cuando pasan los barcos", dijo uno
de los presentes.
Fue una charla interesante y me indicó la preocupación
que existe entre los mismos panameños, sobre cómo manejaremos
el Canal. Entre cosas que se dijeron después, (algunas en son de
broma), estuvieron las relacionadas con la cantidad de "botellas"
que posiblemente se nombren en el Canal, cuando lo dirijan los panameños.
"No creo que la polítiquería no invada el Canal cuando
sea nuestro", indicó uno de los presentes, y yo estuve plenamente
de acuerdo. Nadie me convence que después del treinta y uno de diciembre
habrán dos maneras de manejar las instituciones del gobierno: una
perfecta, eficiente y honesta: el Canal. El resto, lleno de chanchullos
y bellaquerías de los políticos criollos.
Debo aceptar que más del noventa por ciento de los actuales empleados
del Canal actualmente son panameños. ¡Pero los jefes no!
Además, existe el miedo a trabajar mal, porque lo botan. Allá
todavía no ha crecido la mala hierba en las influencias políticas.
Eso es lo que me aterra de la administración panameña.
No la capacidad de nuestros funcionarios, sino la actitud politiquera del
gobierno de turno. Todavía nadie me ha convencido que el Canal no
será politizado cuando sea panameño.
Al final de la improvisada charla me salí con un chiste: ¿Se
imaginan Uds. a los moradores de Ancón cerrando la esclusa porque
no tienen buenas carreteras o le falta agua?.
Hagamos apuestas sobre si los panameños manejaremos bien el canal.
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