CUARTILLAS
Otra
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
Hace semanas publiqué una columna llamada "Pichón". Allí hablaba de aquellos hijos que se van antes de tiempo del hogar. Relacioné esta realidad social con la caída de un polluelo de pájaro "sangre-de-toro", en mi jardín. El mensaje fue para los jóvenes: No se alejen de su hogar sin estar maduros. Pues bien, varias personas han comentado la "otra cara de la moneda". Se trata de jóvenes y adultos que NO se quieren ir del hogar, por más sueldo que ganen y edad que tengan. "...Yo tengo una hija de treinta y tres años, que trabaja y gana buen sueldo. Ella se la pasa de fiesta en fiesta, no ha estudiado en la universidad, no encuentra un marido a gusto para casarse... y no se va de la casa", indicó molesta una dama. "No es que yo quiera echar a mi hija, pero es irresponsable, no aporta nada al hogar y con sus llegadas tardes me causa molestia", afirmó la dama, quien concluyó: "A mi edad, me merezco algo de calma, ¿no cree Ud.?". Otro caballero presentó su historia también: "Tengo un hijo de veintinueve años, con estudios universitarios terminados. Gana buen sueldo pero no se anima a "dejar el nido" y fundar su propio hogar. Entonces yo tengo que correr con todos los gastos de comida, luz, agua, planchadora, etc. pues no da un centavo". Agregó que: "Mi hijo me hizo pedir un préstamo para que le arreglara su cuarto, de manera que quedó como un departamento independiente. Allí mete a sus amistades y hace fiestas, lo que turba mi tranquilidad. Incluso por días tiene sus "novias" en el departamento, y no contribuye con nada al mantenimiento de la casa. ¿No cree Ud. que eso es un abuso?". Y siguen los casos de la vida real, sobre hijos que abusan de sus padres, y se niegan a abandonar el hogar paterno, donde dicho sea de paso, no dan un real para ayudar a los gastos. "Mi hijo es el eterno estudiante... tiene veintiséis años y no ha terminado una carrera. Dice que solamente toma una o dos materias al año para no cansarse y rendir más. Pero yo creo que lo hace por "viveza", para no terminar y tener que buscar un empleo y fundar su propio hogar. Entonces la "bestia de carga" soy yo, que ya estoy cansada", dice una madre de familia jubilada, pero que sigue trabajando para mejorar ingresos. Añade que: "Yo pago todo en la casa y mi hijo ni siquiera me ayuda a barrer y recoger la basura. Cuando le reclamo, me saca que el Código de la Familia dice que lo debo mantener hasta los veintisiete años, si sigue estudiando. Pero yo creo que si sigue así, terminará de estudiar dentro de diez años, ¡y pobrecita de mí cargando este peso!". Para otro jubilado la cosa ha sido peor: "Mi hijo de repente se metió en mi casa, con su esposa, dos niños, un perro y un perico, con el cuento que había perdido el empleo. Meses después consiguió trabajo... pero siguió en mi casa, sin ayudar a los gastos. Mis cuentas han subido mucho con su familia, pero a él no le importa," se queja este buen hombre. Otro caballero está peor: "El hijo mayor resultó vago y "mangansón". Mientras los dos más chicos trabajan y hacen su vida sola, él no encuentra trabajo fijo, dizque "porque no quiere que lo exploten". Entonces yo debo cargar con todos los gastos. Y el bellaco, quiere ropa bien planchada y almidonada, comidas finas, y me metió en varios préstamos de fiador, para terminar pagando la cuenta". Así como es negativo que un joven inmaduro abandone su hogar, es una bellaquería que algunos "vivos" se aprovechen de sus padres y "abusen de su nobleza", amargándoles sus últimos días!.
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