CONSULTORIO MEDICO Antibióticos para las infecciones de las uñas

Redacción
Crítica en Línea
ESTIMADO DR. HILLER: ¿Qué puedo hacer con los hongos que me han salido en las uñas de los dedos de los pies? También tengo "pie de atleta". ¿Ha podido ser esto la causa de mis problemas con las uñas?. ESTIMADO LECTOR: Los hongos del pie de atleta pueden extenderse a las uñas de los pies e incluso a las de las manos, provocando una infección que se conoce como onicomicosis. Estas infecciones son muy difíciles de erradicar, si bien en la actualidad los fármacos orales antifúngicos pueden curarlas en la mayor parte de los casos en un periodo de tiempo que oscila entre los 3 y los 15 meses. Las enfermedades de las uñas también pueden tener su origen en una herida, una infección o una enfermedad subyacente. Por ejemplo, las enfermedades del corazón o las respiratorias pueden ocasionar que el color de las uñas se vuelva azul. Las uñas frágiles o cóncavas quizá sean un indicio de que se padece una anemia provocada por la falta de hierro. Las uñas deformes pueden producirse a causa de una herida. La psoriasis, también puede ocasionar la separación de la uña del lecho de la uña. Casi todos los males relacionados con las uñas tienen su origen en las infecciones fúngicas. La onicomicosis representa la mitad de todas las enfermedades de las uñas y un tercio de todas las infecciones fúngicas tópicas. Puede tener su origen en cualquiera de los tres grupos de hongos: dermatofitos, levaduras y mohos. Los dermatofitos causan más del 90% de estas infecciones, en cuyo caso también se les conoce por tinea unguim. Los dermatofitos también son los responsables de la infección fúngica de la piel conocida como el pie de atleta (técnicamente, tinea pedis). Dado que los hongos pueden extenderse desde el pie hasta las uñas, el pie de atleta a veces viene precedido por la onicomicosis. Los deportistas son propensos a contraer dichas infecciones puesto que casi siempre reúnen las condiciones idóneas para el contagio fúngico; esto es: utilizan vestuarios y duchas públicas, y sus pies son el caldo de cultivo ideal para los hongos ya que su calzado suele ser cerrado con el consiguiente calor y sudor para el pie. La estructura de la uña está compuesta por varios estratos. Uno de ellos es la capa de la uña -la dura, y translúcida estructura que normalmente consideramos como la uña. También está la lúnula, a partir del cual se extiende la capa de queratina, la proteína dura y fibrosa que forma las uñas, y bajo ellas está el lecho de la uña. Cualquier parte de la uña es susceptible de ser el foco del contagio en caso de onicomicosis. Raras veces la infección comienza en el interior de la uña. Principalmente suele comenzar en la superficie externa de la uña en el hiponiquio, la zona donde la superficie externa de la uña y el lecho de la uña se unen. La onicomicosis provoca que la superficie externa de la uña se ensanche y deforme, pierda su color y consistencia y sea muy difícil de cortar. También puede ocasionar molestias dolorosas y hacer que las uñas de las manos y de los pies sean mucho más vulnerables a cualquier herida. Puede que también afecte a la movilidad de los dedos del pie o de la mano. Actividades tales como teclear o tocar un instrumento musical, o caminar pueden resultar dificultosas. Algunas personas también descubrirán que unas uñas antiestéticas serán fuente de situaciones socialmente embarazosas. La onicomicosis afecta mucho más a menudo a los dedos de los pies que a los dedos de las manos. No tiene particular predilección por un sexo deteminado o por tal o cual raza. Suele darse más en las personas mayores y en raras ocasiones se da antes de la pubertad. Las personas cuyo sistema inmunológico esté afectado por alguna enfermedad (como el SIDA) o necesite algún medicamento (quimioterapia contra el cáncer o fármacos antireactivos, ent e otros) son más susceptibles de contraer infecciones, incluyendo la onicomicosis. Cuando se tenga la sospecha de que se padece una onicomicosis, la diagnosis puede confirmarse tomando una muestra del área afectada. La partícula debe ser examinada microscópica para comprobar la evidencia de filamentos de hongos (llamados hifas). Una vez que se confirme la existencia de hongos, la muestra debe crecer en un cultivo para identificar la especie fúngica específica a la que pertenece. Las infecciones fúngicas rara vez desaparecen por sí solas. Si no se tratan empeorarán. Incluso bajo tratamiento, lleva varios meses su total erradicación. Antes, la onicomicosis era normalmente tratada a base de aplicar cremas tópicas antifúngicas u otro tipo de soluciones sobre la superficie de la uña. Este modo de tratar la infección, era lento irregular, y proporcionaba pocas esperanzas de curar la infección en su totalidad, aunque sí la parte que afectaba a la superficie de la uña. El porcentaje de curación por este método mejoraba si se quitaba toda la uña, para permitir que la medicación alcanzara también el lecho de la uña. Los investigadores están buscando aún, un agente tópico que sea más eficaz. Los fármacos sujetos a investigación son la amorolfina y una crema que contiene butenafina en urea. La urea se extiende desde la capa de la uña hasta su lecho, mejorando la capacidad de penetración de la butenafina antifúngica con los estratos inferiores de la uña. Los antifúngicos orales han revolucionado la cura de la onicomicosis. Los primeros en ser comercializados, griseofulvin y ketoconazol, curan la onicomisocis en un porcentaje que oscila entre un 15 y un 30% de los casos. Deben ser tomados diariamente durante un periodo de tiempo que va de los cuatro a los seis meses para las uñas de los dedos de las manos y de 10 a 18 meses para las uñas de los dedos de los pies. Los nuevos antifúngicos orales como la terbinafina y el itraconazol son más eficaces que el griseofulvin o el ketoconazol. Un tratamiento de una duración que puede ir de las seis a las 12 semanas puede eliminar los hongos en un porcentaje que oscila entre el 50 y el 90% de los casos. La terbinafina sirve contra los dermatofitos aunque es mucho menos eficaz contra las levadura y los mohos. El itraconazol sirve también contra esas tres clases de hongos. La terbinafina es el más seguro de los dos medicamentos, como ocurre con el itraconazol. De particular importancia es el hecho de que fármacos como astemizol, cisapride, quinidina, pimozida, cuando están en combinación con el itraconazal, suponen un grave riesgo pues ocasionan un aumento de las irregularidades cardiorespiratorias. A diferencia de los primeros antifúngicos, la terbinafina y el itraconazol son absorbidos por la queratina, por lo que permanecen en la uña durante meses. Esto produce una reserva de dicho medicamento que permita la actividad antifúngica hasta después de que el enfermo deje de tomarlo. El itraconazol debe ser tomado de forma "secuencial", esto es: los enfermos deben tomar cuatro pastillas al día durante siete días y después no tomar ninguna durante tres semanas. El proceso debe repetirse dos veces para las uñas de los dedos de las manos y tres veces para las de los dedos de los pies. Alternativamente a este tratamiento, el paciente puede tomarse dos pastillas al día durante un período de tiempo que oscila entre las seis y las doce semanas. La terbinafina es toma una vez al día -durante seis semanas para las uñas de las manos y doce semanas para las uñas del pie. De momento no se recomienda el régimen secuencial para este medicamento. Doce semanas de tratamiento secuencial de itraconazol y de otro continuo de terbinafina cuestan lo mismo-entre 500 y 600 dólares. Otro nuevo medicamento antifúngico, el fluconazol, ha sido comercializado para tratar la onicomicosis en otros países pero aún no ha sido autorizado para tal fin en los Estados Unidos por la Administración de Alimentos y Fármacos. Las conclusiones de una investigación en la que se comparaba la terbinafina con el fluconazol fueron publicadas en el número de enero de 2000 de la revista especializada British Journal of Dermatology. En dicho estudio, dirigido por el profesor Vaino Havo de la Universidad de Helsinki, un total de 1137 pacientes fueron divididos en tres grupos: el Grupo A tomó terbinafina durante 12 semanas, el Grupo B tomó fluconazol durante 12 semanas, y el Grupo -C tomo Fluconazol durante 24 semanas. Los medicamentos se administraron conforme a las recomendaciones de los laboratorios fabricantes (250mg al día para la terbinafina, 150mg a la semana para el fluconazol). Tras 60 semanas, no se detectaron hongos en el 89% del grupo de la terbinafina y en un 51% y un 49% respectivamente en los grupos del fluconazol. La mayoría de las personas toleran bien la terapia antifúngica aunque, como sucede con cualquier medicamento, puede darse el caso de que aparezcan efectos secundarios. Además de que interactúe con otros medicamentos, dicho efectos pueden ser molestias digestivas, sarpullidos, alteraciones del gusto, picores y jaquecas. En ocasiones muy excepcionales, quizá pueda darse el caso de molestias en el hígado, en tal circunstancia debe analizarse la sangre durante el tratamiento para comprobar si hay indicios de afecciones hepáticas. Para prevenir que la infección reaparezca, sustituya o desinfecte el calzado foco del contagio y evite caminar descalzo en zonas públicas tales como vestuarios, duchas públicas o habitaciones de hotel. Mantenga los pies limpios y secos. Otro modo de ayudar a la prevención de la infección fúngica para que no se extienda desde la piel hasta las uñas es usar frecuentemente cremas antifúngicas, aerosoles y polvos. Los polvos para los pies son particularmente eficaces, porque actúan incrementando la sequedad de los pies, lo que refuerza sus propiedades farmacéuticas antifúngicas.
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