A la edad de 22 años, la bonita Glenda Davis creía que el matrimonio era para siempre. Cuando se casó con el fornido y brusco Claude, un monumento de hombre de 1,87 m. de altura y 112 kilos, pensó que había encontrado la felicidad eterna. Estaba equivocada.
En 1978, después de tres años de infierno marital, ella le rogó a Claude por un divorcio. Terco como una mula, él no quiso ni oír de ello. El matrimonio se había vuelto tan desastroso que Glenda temía por su vida. En su desesperación, le escribió una carta a un pariente con instrucciones de que si le pasaba algo de naturaleza misteriosa, su pariente tenía que llevar la carta sellada a la policía. Poco después de enviar la carta a su pariente, Glenda desapareció.
Cuando se abrió la carta, la policía se enteró de que, en diciembre de 1974, Claude y Glenda, junto con un tal Frank Muldrow, habían conducido hasta un bar. Claude le pidió a Glenda que permaneciera en el vehículo, ya que él tenía unos negocios que tratar con Muldrow en el bar. Después de pasado algún tiempo, Claude retornó solo. Le dijo que había estrangulado y baleado a Muldrow. Glenda siguió explicando que estaba escribiendo todo esto porque temía por su propia vida y no sabía qué otra cosa hacer.
La Policía estaba estancada. Todo lo que tenían era la carta. Era verdad, Muldrow había sido asesinado de la manera descrita, pero no tenían nada en concreto que conectara a Claude Davis con Frank Muldrow.
Ni siquiera tenían a Glenda. Siempre estaba la posibilidad de que ella hubiera desaparecido voluntariamente.
Pasaron cinco años. Claude continuó con sus actividades ilegales. Para 1983, había sido acusado de varios asaltos y estaba siendo retenido bajo custodia. No había todavía signos de Glenda cuando de la nada apareció una joven mujer, entró a una estación de policía y se presentó como la nueva Sra. Davis. Tenía toda una historia que contar.
La actual Sra. Davis dijo a los oficiales que estaba desencantada de Claude y lo había visitado en la cárcel con el propósito expreso de obtener el divorcio. Cuando Claude oyó su pedido se puso como un basilisco. Rabiando y despotricando, juró que ninguna mujer lo había dejado por voluntad propia. Claude siguió diciendo a su esposa que en 1978, Glenda le había pedido el divorcio. El la había matado y la había enterrado en el sótano de la compañía de taxis donde trabajaba.
Claude dijo que mataría a su esposa de la misma manera si se atrevía a dejarlo. Aterrorizada, la señora Davis decidió ir a la policía con la historia. Creía cada palabra que su marido le había dicho y estaba convencida de que su vida estaba en peligro.
Los detectives chequearon la extraña historia. Era cierto, Claude había trabajado para una compañía de taxis cinco años atrás. La compañía se había mudado, pero el edificio todavía estaba allí. Estaba ocupado por un negocio de tabaco. En el sótano, la policía se enfrentó con diez centímetros de concreto cubriendo un metro veinte de dura arcilla. La excavación continuó por ocho horas. Finalmente la policía fue recompensada. Encontraron un hueso humano. Cada pocos minutos otro hueso era descubierto hasta que la mayoría de un esqueleto humano quedó a la vista. Una particular amalgama en una muela todavía en su mandíbula, fue la evidencia forense que reveló la identidad de la víctima. El cuerpo que había estado enterrado en el sótano por cinco años era el de Glenda Davis.
Aunque las autoridades estaban convencidas de que Claude Davis había matado a Glenda, tenían muy poca evidencia en su contra.
La evidencia de la presente esposa de Claude, sobre lo que él le había contado del asesinato, era inadmisible en la Corte. Las leyes de Nueva York prohíben a una esposa testificar contra su marido en un caso criminal.
A través de un incansable trabajo policial, los detectives hicieron su propio descubrimiento en el caso. Controlando las licencias matrimoniales, descubrieron que Claude se había casado con su actual esposa en 1977. En ese momento, Glenda todavía estaba viva, haciendo de su actual matrimonio un caso de bigamia. En efecto, el matrimonio era nulo e invalidado, permitiendo a la segunda señora Davis testificar contra él.
Claude era un hombre con grandes problemas. Después de cometer robos a mano armada, se había resistido al arresto y había atacado a tres oficiales de policía en el proceso. Los abogados de la fiscalía señalaron que Claude había intentado evitar el arresto con una buena razón. Se había encontrado un arma detrás de la casa de uno de los parientes de Glenda. Claude le había dicho al miembro de la familia que el arma era suya. Cuando el arma fue entregada a la policía, las pruebas de balística probaron que era el arma con que se había asesinado a Muldrow.
Mientras tanto, Claude fue encontrado culpable de asalto a mano armada y recibió tres sentencias de dos y medio a siete años de prisión por cada cargo. Las sentencias corrían consecutivamente.
En abril de 1985, Claude fue sometido a juicio por el asesinato de su esposa. La estrella de los testigos por la fiscalía fue la desilusionada mujer que creía que estaba casada legalmente con Claude, sólo para descubrir que su boda había tenido lugar mientras él estaba todavía casado con Glenda. Desde el estrado de los testigos, reveló su terrorífica visita a Claude en prisión. Cuando ella le pidió el divorcio, Claude se había convertido en un loco furioso. En el máximo de su rabia, le gritó, "ninguna mujer con vida me ha dejado jamás. Terminarás como Glenda. Desaparecerás igual que ella".
Claude continuó, "Tú sabes que maté a la perra apuñalándola en la garganta con un picador de hielo". "Por alguna razón Claude siguió hablando. Describió el entierro de Glenda en detalle, completo con la dirección de la compañía de taxis que ocupaba el edificio en el momento del asesinato.
El testimonio de la mujer que llevó a la solución del caso hubiera sido suficiente, pero había más. Los parientes de Glenda tomaron el estrado de los testigos y relataron cómo Glenda había pedido el divorcio en presencia de ellos. Ella había amenazado a su marido diciéndole que revelaría lo que sabía del crimen de Muldrow si él no consentía en el divorcio.
El 14 de mayo de 1985, después de retirarse por sólo cinco horas, el jurado de Nueva York retornó con el veredicto de culpable. Claude fue sentenciado a 25 años de cadena perpetua por el asesinato de Glenda. |