NACIONALES

POLITICA
Fanatismo en la política panameña

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Dr. Francisco Sánchez Cárdenas
Colaboración

Los fanáticos son seres llenos de pasiones esotéricas y todo lo viven intensamente. Con tanta intensidad ellos creen poder ponerse en contacto con una divinidad o alguien del más allá. En el amor y la sexualidad también hay porciones de fanatismo, por eso vemos al ser amado como algo divino.

El fanático ve a su objeto como un Dios. Esto provoca un estado emocional anormal en los individuos que los lleva hasta la secta o al sectarismo ya que para ellos nosotros somos los anormales.Por la gran duda que existe en su interior los fanáticos se amurallan, se enclaustran y hasta se esconden en cuevas. Los fanáticos son escépticos por naturaleza. Esa duda en sus convicciones no los hace efectivos en su poder de convencimiento y por ello recurren a la persecución, hostigamiento y hasta la violencia para imponer su convicción. El estado mental anormal hace que estos grupos cometan su gran error que consiste en no hacer una valoración científica o política de sus vivencias y creencias explicándoselas con dogmatismo, sofismas y está esoterismo.

Los fenómenos de fanatismo en la política internacional no son extraños y de ellos tenemos muchos ejemplos. En Europa, que tanto ha sufrido de este mal, después de grandes descalabros (monárquicos, de centro y de izquierda) parece que han encontrado su curación y esto lo vimos en las últimas elecciones de Francia, cuando todo un pueblo se movilizó para sepultar por la vía democrática a Le Pen. En nuestra América el fenómeno persiste y de ellos tenemos ejemplos muy recientes en Venezuela, Ecuador, Perú, etc. Europa encontró en la educación la medicina contra este gran mal. En Latinoamérica esa pócima todavía no ha llegado a todos las capas.

Aquí en Panamá, sí tenemos en cuenta que la pobreza llega al 50%, el desempleo está en un 18 por ciento, que los sistemas de educación están desfasados y que la crisis de valores ha llegado a grados insospechados, es decir que aquí donde no hay cultura política, hay hambre, no hay aprecio por el trabajo, la vida, la inteligencia y las buenas costumbres, tenemos un caldo de cultivo óptimo que nos explica las raíces profundas del fanatismo.

Se preguntarán ustedes a qué viene todo este desvarío filosófico. Conversaba en días pasados con unos amigos sobre la mediocre y baja calidad de la oferta del ambiente político nacional. Conversábamos sobre la incapacidad del gobierno para llevar a cabo programas en el aspecto moral, social, económico y de política internacional. Nos entristecía cómo se ha enseñoreado la corrupción en el Ejecutivo, el Legislativo y el Organo Judicial. Nos deprimía el ver la complicidad globalizada para que estos casos queden sin aclarar ante una opinión pública silente y complaciente. No encontramos una razón sana que nos explicara él porqué de la actitud de tolerancia que quienes dicen ser los líderes de la oposición.

En la conversación llegamos a la conclusión de lo que pasa es que nuestro pueblo ha sido repetitivo en su fanatismo electoral. El votante no hace ni el más rudimentario análisis o escrutinio de las diferentes ofertas electorales que se le ofrecen. El caso del Dr. Ernesto Pérez Balladares fue la excepción de la regla. Aunque su preparación académica y política contribuyó bastante, en gran parte salió como presidente por lo ingenioso de la estrategia electoral. Aquí en Panamá se vota en primera instancia contra el que quiere subir sea un ignorante, un desalmado o cobarde social, un vende Patria o un arribista oportunista.

¿Cómo podemos reorientar esta actitud de nuestro pueblo?. La sociedad panameña debe promover una mayor participación en la búsqueda de una mejor oferta electoral. Cuando hablo de la sociedad me refiero a los medios de comunicación, la Iglesia, los clubes cívicos, las diferentes asociaciones gremiales, sociales, sindicales, deportivas, científicas, profesionales, etc. Como sujetos que vamos a ser gobernados debemos exigir que nuestra sociedad ponga a los mejores hombres en una vitrina electoral con sus mejores atuendos de capacidad, inteligencia, ejecutorias, origen y su propia preocupación social. Los diferentes grupos sociales deben combatir la descalificación y promover la participación.

Desde que somos República, el escogimiento electoral lo ha hecho sobre la base de la plata que se tiene, los hijos de papá o babies, las viudas de tal o cual, etc. y el resultado lo tenemos a la vista, un país con un gran potencial que no desarrolla, no se quiere y que no protege a los suyos. Es hora que ese carnaval fanático en que convertimos todas nuestras elecciones termine y quede en la historia, incluyendo la del Rector de nuestra Universidad que es una ventana que debe ser dirigida hacia ese cambio de actitud tan necesario.

El sentimiento interesado y egoísta de votar por tal candidato o candidata sólo para sacarnos un clavo o para "ver qué que me toca con el próximo gobierno" nos divide y nos condena a vivir en malas condiciones. Cuando estamos votando lo debemos hacer pensando en los mejores intereses del país y de las clases más necesitadas, no debe haber otro requisito que ese. Pensar en el futuro del país es pensar en el bienestar de todos.

 

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