El caso del tráfico de armas que involucra a Nicaragua, Panamá y Colombia parece que cobró su primera víctima. Los familiares del inspector general de la Policía de Nicaragua, Cristhian Munguía alegan que éste fue asesinado el 13 de abril por investigar la transacción de 3,000 fusiles AK-47 y 5 millones de municiones que fueron desviadas a los paramilitares colombianos.
Cristhuan Munguía Junior, uno de los hijos del asesinado policía, dijo que su padre mantenía una pugna con el sub director de la policía nicaragüense, comisionado Francisco Bautista Bautista, en relación con un presunto tráfico de armas que el desaparecido inspector investigaba.
Un día después del asesinato, el director de la policía nacional, Edwin Cordero, negó cualquier vinculación entre la muerte del inspector y un desvío de armas, vía Panamá, , al señalar que las pesquisas fueron encomendadas a Bautista y no a Munguía.
Francisco Bautista ripostó alegando que "quizás el muchacho tiene mucha confusión y está siendo manipulado intencionalmente, entiendo que eso se explica por el dolor de la muerte de su padre", reaccionó Bautista.
Desde un principio se resaltó que en el tema de las armas "hubo gato encerrado". Como hecho curioso, Bautista fue uno de los funcionarios que se reunió con miembros de una delegación panameña que viajó a Managua a investigar el caso.
Las armas fueron compradas a Nicaragua con una orden de compra alterada de la Policía de Panamá y fueron enviadas en noviembre del 2001 a Turbo, Colombia en el barco "Oterloo".
La tripulación estaba compuesta por seis mexicanos y un panameño: Jesús Fernando Iturrioz Maciel, de 59 años; Jesús Ernesto Yejún Rodríguez, de 44 años; Luis Arturo Sandoval Ibarra, de 25 años; Leopoldo Pérez Ramírez, de 53 años; Pedro Andrade Martínez, de 39 años, Jaime Humberto López Pacheco, de 44 años y Carlos Alberto Aguilar Valdez, de 32 años.
Para la operación actuó como intermediario la empresa guatemalteca GIRSA de los empresarios israelíes Oris Zoller y Usich Iselevich, quienes una vez revelado el caso alegaron sentirse amenazados y temer por sus vidas. |