Lunes 24 de mayo de 1999

 








 

 


MENSAJE
Angeles con Pistolas 45

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

F ue una sorpresa paralizante, una de esas sorpresas que matan el coraz�n o producen un choque emocional que dura largo tiempo. Cuando Teresa Neves, de ventid�s a�os de edad, de Belem, Brasil, iba a subirse a su auto, sinti� que una mano brutal le cerraba la boca y le pon�a una pistola en la sien.

Casto D�vila, asaltante y fugitivo de la justicia, la hab�a apresado. En su angustia, la joven elev� en su momento una oraci�n "Se�or, manda a tus �ngeles que me salven". Y Dios envi� a dos �ngeles. No fueron �ngeles de caras blancas y alas de plata, sino dos polic�as con pistolas 45, y con buena punter�a.

Casto D�vila, culpable de doce asesinatos y de narcotr�fico, muri� en el acto, sin causarle m�s da�o a la muchacha que se llev� el tremendo susto.

Ese fue un caso de oraci�n contestada de inmediato. Muchas personas en el gran pa�s de Brasi est�n experimentando una renovaci�n espiritual portentosa. Teresa Neves es una de ellas. Se trata del descubrimiento de la realidad personal y poderosa de Cristo en la vida de uno.

En medio de esa nueva fe que ahora anima el alma de Teresa, y de esa confianza de ni�o que tiene toda persona reci�n convertida, ella clam� a Dios pidiendo �ngeles que la salvaran. Eso fue precisamente lo que envi� Dios: los �ngeles Mario Salerono y Carlos de Oliveira, dos detectives sin uniforme que persiguen a los narcotraficantes. Aparecieron en el momento oportuno, y con buena punter�a eliminaron al malhechor.

Dios tiene muchas formas de contestar nuestras oraciones. El no pide dinero. No demanda que hagamos penitencia. No exige sacrificios personales. Esa es, precisamente, la obra que Cristo vino a hacer por nosotros en la cruz del Calvario. El precio ya est� pagado. Dios s�lo pide que tengamos fe. "�Creen que puedo?" era la pregunta habitual de Jes�s. Y luego a�ad�a: "Se har� con ustedes confrome a su fe" (Mateo 9:28-29).

La fiel relaci�n del hombre con Dios se logra solo por medio de la fe. De las obras que hacemos para justificarnos, ninguna satisface a Dios. S�lo tenemos que creer en Cristo de todo coraz�n y servirle con toda el alma. La fe en Jesucristo, en su sacrificio y en su resurrecci�n, en su amor, en su justicia y en su bondad para contestar nuestras oraciones, es todo lo que necesitamos.

"No tengas miedo; cree nada m�s", le dijo un d�a el Se�or a un hombre cuya hija hab�a muerto. Y la hija recobr� la vida (Lucas 8:50-55). Basta con que creamos en el Se�or Jesucristo. El es el mismo ayer y hoy y para siempre (Hebreos 13:8).

 

 

 

 

 

REFLECTOR
El paciero Gervacio

 

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