Muchos pensábamos que las contradicciones ideológicas que últimamente se estaban produciendo en América Latina, eran parte de un proceso propio de nuestra región subdesarrollada. No obstante, acontecimientos internacionales parecen mostrar que no es así.
Uno de estos hechos, ha sido la reciente conquista de un tercer mandato del partido laborista inglés, que desde 1997, ha roto su tradicional dependencia de los sindicatos, para plantearle a sus conciudadanos, un programa catalogado como liberal, acción que ha significado la repetida derrotas del partido conservador.
Para algunos analistas, se trata de un enredo estratégico sin lógica, que se dio en varios países como por ejemplo, Australia y Nueva Zelandia, que acercó a los partidos progresistas, al estatismo y al mismo tiempo, les dieron prioridad al mercado. De aquí que en muchos gobiernos, podría la izquierda significar libertad económica y la derecha, proteccionismo y nacionalismo.
También llamó la atención, al cumplirse días atrás el 60 aniversario del final de la II Guerra Mundial en Europa, que el Primer Ministro, Vladimir Putin y el pueblo, conservaran positivamente, la imagen del dictador Josef Stalin.
Junto a la democratización de Rusia, llegó la caída de la calidad de vida de gran parte del pueblo, que no olvida las crisis de las décadas del 30 y del 40, pero, tampoco los grandes logros que también obtuvieron en lo económico, científico y cultural.
Para algunos como el famoso filósofo canadiense Charles Taylor, es una evidencia de que demoler las estructuras ideológicas, políticas y económicas del pasado, muchas veces no son suficiente para renovar la sociedad.