En Panamá, el 74% del software que funciona en las computadoras es pirateado. Las cifras en cuanto a la piratería de películas son iguales o mayores.
Y si vamos a hablar de música, es realmente raro encontrar gente que de hecho vaya a una tienda de discos a comprar el último CD de cualquier artista, sobre todo cuando este puede bajarse de Internet desde una semana antes, o comprarse en cualquier semáforo pagando la cuarta parte de lo que cuesta el original.
En cuanto a piratería de software en la región centroamericana, Panamá supera a Costa Rica, en donde la tasa de piratería es de 64%, pero es aventajada por El Salvador (82%), Honduras (75%), Nicaragua (80%) y Guatemala (81%).
A inicios de los años 90, la piratería de películas en formato de cassette VHS casi acaba con los cines en Panamá. Pero hoy, con la posibilidad de que puedas bajar de Internet una cinta varios días antes de su estreno, la amenaza se ha reavivado.
Tal vez sea más barato que un cine, pero nada le gana a la experiencia de ver una cinta en pantalla gigante, con buena imagen y colores nítidos, a diferencia de los estrenos pirateados, que casi siempre consisten en filmaciones hechas a escondidas de una exhibición en una sala de cine. Frecuentemente podemos ver la cabeza de alguien que se levanta para ir al baño.
Cuando adquirimos música ilegalmente, no solo afectamos a la casa disquera, sino también a nuestros artistas favoritos, quienes se deben a nosotros. Ahora, cantantes y agrupaciones están experimentando con formas de vender su música a través de Internet, permitiendo descargas de sus álbumes por sumas mucho menores que las de la venta formal de un CD. Ahora, nosotros somos quienes tenemos que cooperar con ellos.