Ninguno de los últimos presidentes, ya sean del PRD o del lado contrario, han gobernado para todo el pueblo, como dicen las leyes panameñas. Aunque no hayan tenido una gran diferencia de votos a su favor, al llegar a la silla presidencial solamente pensaron en sus partidos. A los de oposición... ¡nada!
Este Gobierno de Martinelli se jacta del "mandato que le dio el pueblo" con el sesenta por ciento de los votos.
Esa realidad no se puede negar. Pero no creo que sea el visto bueno para gobernar para solo un sector del pueblo y no para todos.
Es cierto que hemos visto algunas figuras del PRD "voltearse la chaqueta" y respaldar ahora a este Gobierno. Eso demuestra que como he dicho varias veces, la mayoría de los partidos en Panamá son electoreros.
Significa que solamente funcionan para las elecciones, con el fin de alcanzar el Gobierno y disfrutar de sus ventajas.
Y pocos tienen la valentía de pasarse cinco años "en la podrida", como dicen en Potuga.
Hay algunos honorables diputados (antes legisladores) que son hábiles en "brincadera". Se cambian sin ninguna vergüenza de partido, buscando seguir "en la papa".
Allá ellos con su conciencia, si es que la tienen...
Volviendo al cogobierno, señalo aunque sea en forma romántica, que compartir el poder con los contrarios, sería buena medida para que funcionen mejor las cosas en Panamá.
Además, habría una especie de "balance" en la administración. Después de todo, la democracia significa gobierno para todos. No solamente para un partido, aunque haya recibido muchos votos en las elecciones.
No existen seres humanos perfectos. Espero que Martinelli y sus ministros no olviden esta realidad.
Con el cogobierno se evitarían las dolorosas "barrerías" de funcionarios, cada vez que cambia un Gobierno.
Dirán algunos, tal vez con razón, que los miembros del "lado contrario" serían "una piedra en el zapato" de la administración.
Podrían convertirse en saboteadores de los esfuerzos del nuevo Gobierno.
Eso se puede controlar si se dejan "áreas" de trabajo para los antiguos rivales políticos.
Ejemplo: poner de ministro (a) de la Vivienda a alguien del grupo contrario. Si fracasan en ese despacho, quedarán ante todo el mundo como incapaces de hacer una buena labor.
Creo que gente buena y capaz existen en todos los partidos...