En circunstancias difíciles nace la unión. En Semana Santa vimos partir a Marcio Ernesto Pineda (16 años), un beneficiario de la Fundación Amigos del Niño con Leucemia y Cáncer (FANLYC).
Durante su larga estadía en la Posada Yo tengo un amigo, él disfrutó del cariño, atenciones y compartió momentos de camaradería con la familia de FANLYC. Su historia nos dejó una gran lección sobre la perseverancia: no hay tiempo para rendirse sino luchar hasta el último instante de la vida. Cuando conoció que padecía del sarcoma de Ewing, un tumor óseo maligno que afecta principalmente al hueso o tejido blando, sus ilusiones seguían Viva, Crítica en Líneas.
Este tumor que a menudo se disemina con metástasis a los pulmones y a otros huesos, en el caso de Marcio fue muy difícil llegar a un diagnóstico porque esta enfermedad se caracteriza por dar un cuadro de síntomas inespecíficos como fiebre que no se alivia, dolores sin una ubicación muy precisa (situación que a veces el joven atribuye por un golpe), pérdida de peso sin explicación. Solo cuando ya era evidente la tumoración fue posible detectar su enfermedad.
Según literatura médica el tumor de Ewing suele aparecer en la pubertad cuando los huesos están creciendo con rapidez.
Quienes conocimos a Marcio Ernesto, sabemos que fue un joven quien pese a su dolor físico, intentó llevar una vida normal como cualquier otro adolescente. Su optimismo sobrepasó toda barrera, y es así como lo recordamos: un súper valiente.
Tras verlo como animador en la radiomaratón 2008 de FANLYC, y compartir con sus amigos de la posada, nos enseñó a crecer espiritualmente y a aceptar que aún en medio del dolor o la enfermedad, también hay espacio para la unión de corazones solidarios, como suele ocurrir en la Fundación Amigos del Niño con Leucemia y Cáncer.