Los hermanitos Aurelio y Francisca Gallego Samaniego, de 15 y 11 años, esperaban ansiosos, junto a su sobrina Yasibeth Gallego Palacios, de 8 años, el arroz blanco que su padre Martín Gallego les estaba sirviendo, cuando se encontraban en el patio de la casa muy cerca de un árbol de higo, donde repentinamente un rayo cayó del cielo y les arrebató la existencia a los niños.
Los platos improvisados quedaron regados en el piso y junto a ellos habían cinco cuerpos extendidos; sin embargo, Martín y su mujer, Andrea Samaniego recuperaron el conocimiento rápidamente y adoloridos por el corrientazo que sintieron, de inmediato sacudieron los cuerpos de los niños que nunca más respiraron.