Un sentimiento que muy pocas veces el ser humano experimenta, se ha destapado en estos IX Juegos Centroamericanos, sobre todo a los panameños que más de 31 veces han tenido que entonar las gloriosas notas del himno nacional cada vez que uno de nuestros atletas se ha trepado a la cima del podio para acariciar la presea dorada.
La experiencia, después de 40 años de no ser anfitriones, ha sido más que buena. Se aprecia un orgullo nacional y una muestra de ello fue que los panameños han colmado las instalaciones deportivas, sobre todo en las pruebas de atletismo y natación.
Nuestros atletas han cumplido. Más de 30 medallas de oro, y un mayor número en preseas de plata y bronce, son una cosecha gratificante que cualquier sembrador de deportistas añoraría.
Si bien no todo puede ser perfecto, tenemos que dejar claro que de esos detalles aprendemos a ser mejores y estamos seguros que en la celebración de otros torneos de mayor exigencia, estaremos más pendiente de los detalles pare demostrar al mundo la calidad de anfitriones que somos.
Los récords impuestos por Irving Saladino, Alonso Edwards, Edgar Crespo y Diego Castillo, son una clara señal que nuestros deportistas tienen los quilates para triunfar.
Al culminar este lunes este gran evento queda la experiencia gratificante de que pudimos hacerlo, a pesar del corto tiempo que se tuvo para organizar las competencias regionales. Los errores en materia deportiva y organizativa deben ser tomados en cuenta, para corregirlos y no repetirlos.
El pueblo ha gozado, pero más que eso, ha aprovechado la oportunidad de ir gratis a los estadios para gritar muy fuerte: ¡Viva, Crítica en Línea Panamá!