En el mensaje anterior hablaba de Carlos, el joven alemán que fue ordenado sacerdote a escondidas en un campo de concentración y sólo pudo celebrar una misa, ya que después muere tuberculoso.
Sabemos el horror que se extendió como una mancha negra por todo el dominio alemán en sus conquistas y uno de ellos era: ¡los campos de concentración!
Pero hoy hay nuevos campos de concentración. Yo veo con los ojos de mi alma innumerables "vagones de tren" como en tiempos del Holocausto, llevando miles y miles de personas, entre ellos muchos jóvenes, a los campos de concentración de las adicciones y co-dependencia, abuso y maltrato, violencia, depresiones, hambre por injusticias, pesimismo, negativismo, desesperación, vacío de Dios, existencias "sin sentido", desintegración familiar.
¿Y después, qué? Las cámaras de gas que producen existencias a medias: muertes lentas por "asfixias" por no recibir el oxígeno del amor, del optimismo, del calor humano, de una palabra de aliento, comprensión, escucha.... No hay quien les dé razones para vivir, para luchar, para sufrir y morir.
Las cámaras de gas modernas les quita a la gente el "sentido de la existencia", la conciencia de dignidad, el valor de la vida. Convierten a las personas en robots sin metas, sin ilusiones. Y se mueren sin haber vivido plenamente.. .están allí caminando por la vida como cadáveres ambulantes.
Pero allí está Jesús, con ellos, con las víctimas, colgado de la cruz y sosteniéndolos, abrazándolos y pidiéndonos a gritos, mandándonos a hacer algo por ellos, por tanta gente que sufre. Nosotros como cristianos tenemos que entregarnos más a promover la cultura de la vida en todos los campos de la existencia.
Es cuestión de actuar de manera organizada, creativa, valiente y decidida para evitar que continúe esta horrible tragedia. Hay que estar muy ciego para no ver estos nuevos holocaustos.
Estamos en una lucha brutal, donde debemos promover y defender la vida, sabiendo que Dios está con nosotros y con El, al final, triunfaremos porque con El somos invencibles.