En Panamá, se estima que hasta 34 mil personas de todas las edades viven con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), según cifras de Naciones Unidas. No estamos hablando de enfermos de SIDA, sino sólo de infectados con el virus que lo causa. Muchos de ellos, ni siquiera saben que lo tienen.
Desde que se hizo pública la existencia del VIH
SIDA, todos los que tenemos la edad para recordar esos momentos de miedo, prejuicios y paranoia en los años 80, hemos quedado con la información básica de la enfermedad grabada en nuestras mentes.
La enfermedad se transmite por contacto con sangre o fluidos corporales de personas infectadas, a excepción de la saliva o las lágrimas. La formas más común de contagio es el contacto sexual con infectados, y como nadie puede saber si una pareja casual tiene VIH, lo mejor es usar siempre condón.
Pero esa información, o no ha llegado a muchos jóvenes de la actualidad, o sencillamente estos no se sienten amenazados por el VIH como se sentían las generaciones anteriores.
Si bien el VIH ya no es una sentencia de muerte inmediata para quien lo contrae (la triple terapia puede mantenernos sin síntomas durante muchos años, y esta se puede adquirir en el Seguro Social), difícilmente existe alguien a quien no le importaría tener que depender por el resto de su vida de un coctel de fármacos en un dosis periódicas, tal y como viven quienes padecen de enfermedades crónicas.
El SIDA no es el monstruo terrorífico de los años 80, pero sigue siendo una enfermedad que puede causar graves dolencias y la muerte si no tomamos las mismas precauciones que venimos oyendo desde hace más de 25 años.
Con todo lo que sabemos, no debería haber un solo contagiado de VIH más. No seas tú el próximo. En guerra avisada no muere soldado.