Entre la legalidad y la legitimidad calificaría la elección del Defensor como bochornosa.
Cada escena actuada en esta historia hay que dejarla a una frase popular, "todo cae por su propio peso". Señalar hasta dónde en esta situación en especial se ha observado con suficiente ética dicha elección no es fácil. Poco estimable es que no se tomen decisiones adecuadas a favor del pueblo.
Los buenos o malos ejemplos que popularmente los gobiernos transmitan a sus electores, distorsionan su propia autoridad constituida en la carta magna de cada nación.
Esta pareja abrió desde adentro la puerta para que la comunidad viera y opinara sobre su intimidad. La ciudadanía no es culpable del espectáculo periodístico. Con esta actitud hicieron una invitación al morbo, en complicidad con la mal vista Asamblea Legislativa de nuestro tiempo. En Panamá hay una cultura inclinada a ¡permitirlo todo!
Negocios cuya claridad aún se discuten en los tribunales, los desaparecidos de la época militar, concesiones aparentemente fraudulentas, casas que se hunden en el barro, muertes cuyos posibles culpables no lo son, malhechores que salen libres aunque los encuentren con las manos en las masas; elecciones manipuladas por interés político, son ejemplos de esto.
Esta vez a un grupo de mujeres y varones sólo les quedó su humilde opinión para desahogar su disconformidad. No estaban de acuerdo con que se ubicara en un centro de poder a quien consideran un mal candidato.
Sin embargo a veces el costo por expresarse es muy alto. Se tocan callos muy sensibles. En la opinión ciudadana la palabra más simple y directa es casi un pecado imperdonable. "Mejor es hacerse de la vista gorda y sufrir de amnesia para proteger la salud emocional... y hasta física", me sugirió una vez un abogado.
Por suerte vivimos en democracia. No somos la Suiza centroamericana pero lo intentamos. Es un bochorno que en los temas más importante para la sociedad panameña, ésta se encuentre sujeta a la incertidumbre y a los sobresaltos ocasionados por los que tienen un mezquino interés económico.
La Defensoría es una perla más en el collar. Ahora viene el bochorno de la ampliación canalera...