No todos los humanos están llamados a culminar una carrera universitaria. Hay otros niveles en la preparación académica y técnica que hay que llenar para que el engranaje social funcione.
Pensar que un hijo debe estudiar una carrera en la universidad es iluso. Se entiende que todos desean que a su hijo o hija le digan licenciado, doctora, ingeniera o erudito. Pero la verdad es otra: son los menos quienes están llamados a ocupar las vacantes en el mundo de los egresados universitarios. La mayoría han de engrosar las filas en otros avatares de la vida.
Ahora, no confundamos esta verdad con la del desinterés por el estudio de muchos panameños. No toman en serio su compromiso con los cursos universitarios no porque sepan que la realidad les cierra el camino, sino porque nos les importa y punto. No estudian en la universidad ni estudian en ningún otro ambiente. Sencillamente desprecian el valor del saber, cualquiera que sea.
No han tenido claro que no hay que ser universitario para interesarse por el estudio, por el cultivo del intelecto, el espíritu y la personalidad. Leer libros, ver documentales, interesarse por la cultura en forma general o específica, y hasta abrir la mente par otras formas de pensar, resulta provechoso en estos tiempos cuando los ambientes cambian tanto, y no se sabe si en una de esas vueltas del destino quedamos debajo o sobre la rueda. Hay que estudiar, aunque sea solos frente a una enciclopedia, pero sin descanso por el bien propio y el de la patria. |