En días pasados el licenciado José Edwin Sánchez publicó un artículo intitulado "Regionalismo rumbo al ataúd". En él hacía una comparación entre las alineaciones de las novenas de Herrera y Chiriquí de décadas anteriores y las actuales.
Si bien no se aportaron pruebas contundentes, si indicios que apuntan hacia una desaparición del llamado regionalismo, término muy ligado a los campeonatos nacionales de béisbol, de seguir la política actual.
Pero, qué es el regionalismo? No es nada más que el "amor o apego a determinada región de un Estado y a las cosas pertenecientes a ella". Una definición según la vigésima segunda edición (2001) del Diccionario de la Lengua Española.
Chiriquí fue un merecido campeón de la Copa Carlos "Chico" Heron. No sólo porque ganó la serie final ante Herrera, sino porque resultó el equipo más compacto a lo largo de esta versión de los campeonatos nacionales de béisbol mayor.
La novena del Valle de la Luna explotó a la perfección los errores cometidos por Herrera, principalmente en el tercero y quinto encuentro de la serie.
Sin embargo, una revisión fría y estadística de los numeritos finales de esta última instancia del torneo nos lleva a la inevitable conclusión de que la ofensiva de Chiriquí dependió en demasía de lo que hicieran los que denominamos "cinco fantásticos".
¿Quiénes son? El veraguense Fredy Herrera, el metropolitano Luis Iglesias y los coclesanos Nazario Buitrago, Roberto Gutiérrez y David Rivas.
De las 18 carreras anotadas por los chiricanos en la serie final, 13 de ellas fueron obra de estos 5 peloteros. Igualmente, de las 13 carreras empujadas, 7 fueron de ellos. Es decir, el 64% de la producción ofensiva del equipo recayó en estos peloteros. Además, el herrerano Roger Deago se apuntó la victoria en el segundo partido ganado por Chiriquí.
No es que queramos quitarle mérito a un digno título ganado con esfuerzo por los chiricanos, pues, en realidad, la liga de esa provincia no tiene la culpa del compás que abrió la Federación Panameña de Béisbol, para el profesionalismo, importación de jugadores de una provincia a otra y el refuerzo de peloteros.
Consideramos que hay que hacer un alto, un espacio dedicado a la reflexiva meditación para redefinir objetivos, estrategias y metas de una federación que camina hacia aguas tormentosas, un verdadero maremoto cuya víctima fatal será el regionalismo.
Definitivamente que el béisbol criollo no es como antes, ya el pelotero le cuesta jugar por la camiseta de su provincia únicamente. Necesita algo más: dinero. Y no es culpa de ellos, sino del sistema. El mercado, apuntan algunos teóricos, ha integrado todo, incluyendo el deporte, actividad que durante mucho tiempo tuvo al margen.
Ante este nuevo paradigma sólo se puede establecer alternativas para el béisbol nacional. Una de ellas sería la regulación de la cantidad de jugadores que no pertenecen a una provincia en la alineación titular del equipo.
Es inadmisible que la alineación de una novena cuente en su mayoría con jugadores que no corresponden a la provincia. En una ocasión, una provincia contó en un momento determinado con 7 peloteros "foráneos" y sólo dos nativos. Eso es legal, pero golpea fuertemente al regionalismo. Hay que hacer los correctivos antes que sea demasiado tarde. |