Los huevos de Pascua es una tradición que se remonta a la Edad Media. En un principio, allá por el siglo IX, la Iglesia Católica prohibía comer huevos durante la Cuaresma. Los fieles los conservaban en sus despensas para que no se estropearan (los cocían y los cubrían con una fina capa de cera) para, una vez pasada la restricción, regalárselos a sus seres queridos el Domingo de Pascua. La costumbre se mantuvo, incluso cuando la iglesia levantó el veto a los huevos, hasta que ya en el siglo XIX los mejores pasteleros de Alemania, Italia y Francia comenzaron a elaborarlos a base de chocolate y con una pequeña sorpresa en su interior.