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"Que te perdone Dios, yo no", exclaman muchos. Para empezar a hablar del amor a los enemigos, ésta es la mejor frase para desarrollar una crítica a aquellas personas que viven sumidas en un odio y un rencor contra hermanos, amigos y compañeros de trabajo.
La frase en mención podríamos calificarla, en cierta forma, como una especie de antónimo a lo que en verdad dice la palabra de Dios: "Amémonos los unos a los otros como a nosotros mismos".
¿Se imaginan un mundo sin odio o, tal vez, un mundo donde sólo exista amor?. Amigos, imaginemos esto como una realidad que promete Cristo en sus palabras. El dijo que su reino no tendrá fin y en ese mundo no existirá pecado, porque los que le acepten como su Salvador tendrán nuevos cuerpos, es decir, serán transformados.
Se hablaba de Ojo por ojo, y diente por diente, pero nuestro Señor ahora nos advierte: "No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra".
Sobre esta premisa debemos encaminar nuestras vidas a borrar el odio y agregar pócimas de amor. Quizás aplicando estos mandamientos convertiremos un mundo mejor donde no haya enemigos. ¡Hermanos, busquemos la salvación a través de Cristo! |
