PUESTA EN ESCENA
¿Qué es teatro?
Aurelio Paredes
Cuando inicio los diferentes
encuentros con mis alumnos sobre la literatura dramática, es la pregunta
que se impone de inmediato. Las respuestas disímiles y muchas veces
ingenuas, no tienen más respuesta que: es un texto representado por
actores para un público. De manera estricta y específica,
el teatro se vincula a la literatura a través de la composición
dramática. Inclusive en sentido técnico y profesional, la
palabra drama tiene un valor complejo y ambiguo. Desde un punto de vista
estrictamente literario, su significado más general equivale a "texto
destinado a la representación teatral". Esto quiere decir que,
en efecto, nos hallamos en presencia de una composición escrita como
suponemos habitual en el ámbito de las letras; pero su relación
con el público a diferencia de lo que sucede en la novela, la poesía
o el ensayo, no se establece a través de la lectura directa, sino
por mediación de actores que deben transformar el texto en acción
dialogada. En esta perspectiva, el drama es comparable a una partituta musical,
cuyas virtudes como obra de arte sólo pueden estimarse plenamente
gracias al concurso de adecuados intérpretes.
En tal sentido, si nuestro acceso a la pieza teatral se limita a la lectura,
en la creación de un gran dramaturgo, Sófocles, Shakespeare,
Brecht, posiblemente hallaremos notables cualidades literarias, ya sea en
el empleo del lenguaje o en la exposición de ideas; pero como se
trata de una labor concebida en términos escénicos, sólo
alcanzará su plenitud al ser representada en condiciones óptimas.
Para un lector que no está acostumbrado con las exigencias profesionales
del teatro, ciertos dramas pueden perder gran parte de su valor si se les
juzga exclusivamente a través del texto y se omiten o desconocen
las condiciones que impone su adecuada representación, tal es el
caso de piezas compuestas por dramaturgos actuales, como Eugene Ionesco,
Samuel Beckett o Israel Goff, que han sido concebidas en función
casi exclusiva del ritmo escénico. En consecuencia la lectura de
un drama no basta, para su conveniente estimación se requiere, verlo
y oírlo representado.
Un caso muy interesante para ilustrar este problema lo ofrece La Celestina,
atribuida al español Fernando de Rojas quien mediante el diálogo,
nos proporciona la exposición anecdotaria, como si se tratara realmente
de un drama, pero la extensión, estructura y complejidad hacen muy
difícil su aceptación como obra teatral y más bien
consideran recomendarla como "una novela dialogada". En síntesis,
el texto dramático puede ser como una composición que se integra
con parlamentos, es decir expresiones orales de los personajes, ya sea en
prosa, en verso o combinando ambos recursos.
Un buen dramaturgo utiliza los recursos verbales de manera muy diferente
a un poeta o novelista, para él, el lenguaje no es un vehículo
emotivo o descriptivo sino que debe conducir a la acción, sugiriendo
al intérprete los gestos o desplazamientos escénicos.
Nosotros tenemos en la jaula del teatro, un joven profesional del teatro
que sabe manejar estos hilos, por su escuela, su talento, creatividad y
por qué no, su ambición por destacarse. Daniel Gómez,
a quien muchos critican por su oferta popular de textos para el "montón".
Los teatristas nuestros lo acusamos de "escritor en los baños",
no desperdiciando ninguna hora libre. Daniel se toma por asalto los días
libres que dejan los teatristas habituales, para presentar sus temas, aprovechando
al máximo las situaciones políticas o sociales de la ciudad.
Daniel tiene créditos suficientes para hacer esto y mucho más,
logrando "distraer y entretener" a un público que ha hecho
cautivo por sus anteriores textos. Estos están realizados para actuarlos,
no cabrían en lo que apoyamos anteriormente. Desde que usted intenta
leerlos, se inicia el diálogo, es auténtico teatro dialogado.
Para la próxima semana haremos un intento para explicar mucho mejor,
la situación presentada esta semana.

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Un caso muy interesante para ilustrar este problema lo ofrece La Celestina,
atribuida al español Fernando de Rojas quien mediante el diálogo,
nos proporciona la exposición anecdotaria, como si se tratara realmente
de un drama, pero la extensión, estructura y complejidad hacen muy
difícil su aceptación como obra teatral y más bien
consideran recomendarla como "una novela dialogada" |

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