EDITORIAL
Negligencias médicas en el Santo Tomás
Las quejas proferidas por
tres mujeres panameñas que fueron sometidas a operaciones de cesárea
y parto, en el Hospital Santo Tomás, quienes denuncian que les fueron
dejadas gasas y pinzas dentro del cuerpo, pone de relieve el grave deterioro
que sufre el humilde al concurrir al centro de salud de mayor importancia
pública.
La coincidencia de fecha en que fueron atendidas permite sospechar que
quienes las atendieron carecen de suficiente idoneidad profesional y académica
para practicar tales intervenciones quirúrgicas, y asímismo
permite levantar voces protestatarias, exigiendo desempeños de altura,
de alto rendimiento y competitividad en los médicos de ese Hospital
estatal.
Es cierto, y lo hemos editorializado en este diario, que el Hospital
Santo Tomás, el "elefante blanco" que construyera el genio
visionario del doctor Belisario Porras, caudillo liberal de ejecutorias
trascendentales que permanecen enhiestas en la vida nacional, soporta hoy
carencias y obsolescencias que reclaman decisiones burocráticas y
presupuestarias importantes; sin embargo, tales carencias y deficiencias
administrativas no pueden servir de escudo o máscara, para tolerar
negligencias en desempeños censurables, como las denuncias señaladas.
En Panamá, durante muchísimos años, las autoridades
sanitarias y ministeriales mantuvieron estrechas vigilancias y controles
sobre el cumplimiento médico a sus deberes y responsabilidades, impidiendo
las proliferaciones e improvisaciones de deficientes profesionales y en
tal derrotero hubo sanciones severas para quienes transgredieron aquellos
parámetros de la práxis profesionista.
En el pasado se conocieron casos en los cuales por descuido se causaron
muertes y lesiones graves a pacientes ; pero, esos eventos daniños
fueron castigados por el Consejo Técnico y las autoridades públicas,
con las sanciones de reglamento y ley.
De igual manera, la determinó de títulos e idoneidades
falseadas ; principalmente de Méjico ; han sido perseguidas, y en
un caso el trámite judicial ya impuso condena y restricciones a la
falsaria.
Los médicos deben unitariamente repudiar a quienes resultan deficientes
en el desempeño profesional, y el espíritu de grupo no debe
funcionar a manera de encubrimiento, ocultando las identidades, rangos y
posiciones de quienes causan perjuicios y daños por un deficiente
desempeño profesional.
Respaldamos los reclamos médicos por sanear y modernizar el hospital
del pueblo; pero rechazamos refugiar malos trabajos, tras esas circunstancias
burocratas y presupuestarias: los negligentes deben pagar el precio de su
incapacidad e incumplimiento profesional que daña y deteriora personas.


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