Los recientes asesinatos registrados en el distrito capital: un sujeto ejecutado en plena vía España ante la vista de todos y luego un inspector de la Policía Técnica Judicial (PTJ), también muerto a tiros y su cadáver maniatado lanzado a un río, son hechos preocupantes.
Los sicarios que cobran dinero por matar a alguien, ya no es un fenómeno de Colombia. En Panamá desde hace ya algunos años venían colombianos para eliminar a panameños; ahora ya son los propios nacionales los involucrados en ese tipo de crímenes.
Al mismo tiempo preocupa la capacidad de las instancias de investigación para esclarecer el asesinato de un agente de la PTJ. Si las autoridades no son capaces de esclarecer en corto tiempo la forma macabra como se le quitó la vida a un investigador, qué puede esperar el resto de la ciudadanía.
Los cuerpos de investigación deben capacitarse adecuadamente para la represión del crimen y no limitarse solamente el soplo como única forma de investigación. En todo caso la colaboración de los informantes es importante, pero al momento de realizar una pesquisa también se debe recurrir a la ciencia.
Existe otra realidad, los cuerpos de seguridad del Estado están penetrando por elementos ligados a la delincuencia y por eso muchas investigaciones nunca se esclarecen, se debe realizar una verdadera depuración en esos estamentos, de lo contraria la lucha contra el hampa nunca será ganada, porque las instituciones tienen a sus caballos de Troya, que los alertan sobre todos los movimientos contra la criminalidad.