En un reciente viaje al interior nos percatamos de la gran cantidad de frutos que en su temporada se desperdician sin remedio en nuestro país.
Uno de ellos es el marañón, que para estos días abunda en nuestros campos, pero que es muy poco aprovechado.
Lastimosamente esta fruta (Anacardium Occidentale) tiene un ritmo de maduración rápido y es de cáscara frágil.
El marañón posee la peculiaridad de dejar la boca y garganta de un sabor intenso, similar a la guayaba verde, pero en jugo resulta en extremo agradable.
De él los colonizadores de América escribieron ante su asombro por su apariencia insólita al presentar su única semilla a la intemperie y colgando de la parte inferior del fruto.
Con más del doble de contenido de vitamina C que la naranja, buena cantidad de vitamina E y el potencial para la industria de los néctares ha sido tal, que una famosa empresa refresquera ha diseñado genéticamente en Brasil, un marañón especial para hacer jugos a gran escala. Estados Unidos, la ex Unión Soviética, Reino Unido, Canadá, Japón, Alemania y Holanda son los principales consumidores de la pepita del marañón.