Como hiel amarga al paladar, se vivió la derrota más injusta que ha tenido Panamá, esta vez con el equipo de Costa Rica, pues como bien se dice, en el fútbol el resultado a veces no refleja lo que ocurrió en el terreno de juego.
Y así fue, el equipo panameño mereció la victoria por su fútbol, por su dominio y por las claras oportunidades que creo, aunque el técnico de la selección tica haya dicho a todos los medios de prensa que su equipo creó más opciones de gol en este encuentro (no se qué partido estaba viendo).
A mí me duele porque los jugadores panameños, sobre todo en la segunda parte, fueron un equipo compacto, agradable, ordenado y que sólo les faltó esa gota de suerte para marcar el segundo gol.
Fue claro que en el medio tiempo del partido, José Eugenio Hernández, estableció las directrices fuertes, por que el cambio de actitud en el complemento fue impactante y arrollador.
Varios jugadores tuvieron a tiro de gol el corazón de todo un país latiendo, pero fue Julio Medina III, quien en una jugada espectacular condujo el balón hacia el área chica donde le cantaron el penal que en ese momento nos daba la paridad del cotejo.
Los cambios del equipo no hicieron gran diferencia, aunque se intentó a toda costa traer la victoria apostando al manejo de Juan Ramón Solís, que lo hizo bien, a la rapidez de Orlando Rodríguez y la actuación intermitente de William Aguilar.
Fue justo al final, al minuto 47 con 40 segundos que la amargura llegó, cuando Roy Myrie pasado el tiempo de reposición reglamentado, perforó el arco panameño nuevamente, fue este mismo jugador quien nos anotó el gol en la Copa de Naciones.
Mientras que fue este árbitro mexicano, Marco Antonio Rodríguez, que se volvía a comer el silbato para no permitirle a Panamá el injusto empate hasta ese momento, al igual que en el pasado juego contra Estados Unidos, dio tiempo de más permitiéndole al país del norte el empate en el Rommel Fernández.
No puedo compartir la actitud reprochable del colombiano Jorge Luis Pinto, quien en la conferencia de prensa nunca le dio el mérito al equipo de Panamá, sino que se conformó en decir, “Estoy feliz con la victoria, se hizo justicia, hay un Dios en el cielo mirando hacia abajo”.
En tanto el técnico panameño José “Cheché” Hernández mostraba un rostro de dolor, porque sabía que la verdadera injusticia fue cómo se perdió, batallando como verdaderos gladiadores, pero cayendo por el mismo error.
Alberto Blanco, Julio Medina III, José Luis Garcés, Felipe Baloy y Mario Anthony Torres fueron los mejores de Panamá, basándonos en su entrega total durante el encuentro.
Ha sido el mejor partido que le he visto jugar a Felipe Baloy con la camiseta de la selección nacional, anuló por completo al mejor e internacional delantero de Costa Rica, Paulo César Wanchope, no pudo ver una sola pelota.
Independientemente del error defensivo, que siempre hay, sigue siendo lo más destacado de nuestra selección, la defensa criolla que desafortunadamente no contará con Carlos Rivera para el partido ante México el próximo miércoles.
Hay que resaltar, así como se ha criticado la dirección técnica del colombiano José Hernández, en este partido, porque se vio el trabajo, las ganas, la entrega y la vergüenza deportiva de quien comanda nuestra selección.
De verdad que la noche de este pasado sábado 26 de marzo demostró que somos más equipo que Costa Rica, los que estuvimos en el estadio con el dolor y la impotencia de no poder siquiera aplaudirle a la mejor selección de la cancha, por prohibiciones de la FIFA, lo sentimos así, mientras que el técnico Jorge Luis Pinto en su soberbia no supo digerir que “El alumno superó al maestro”.