El ser humano tiene células trasmisoras de sensibilidades llamadas neuronas. Estas armas de potencias acantonadas en la caja craneana son las responsables del comportamiento en avanzada que vive el mundo actual.
Allí está alojado el progreso que en ciertas latitudes, pienso que por la posición geográfica, ha tenido la potestad de alimentar las sociedades en conocimientos de grandes provechos para todos. Tengo los impulsos que me promueven a pensar que el hombre se dedica a analizar con más seriedad y devoción en ciertas áreas de la tierra que en otras. ¿Qué de la humanidad habitando aún la oscura y húmeda caverna engullendo los alimentos crudos sin conocer el fuego, alejado de todo indicio de identificarse con un rasgo de letras?.
Sólo la barbarie tendría el derecho natural de la ley de la existencia en la mano, como orden, para demostrarnos los calificativos de la vida mostrenca. Y algunos pueblos todavía se resisten a recibir los favores del bálsamo votivo y determinante en las transformaciones de sus comportamientos que emanan de la poca capacidad receptiva y evolutiva en la adquisición generadora que nos invita a plegarnos a los noveles conocimientos contemporáneos. Anquilosados viven orgullosos con lo que tienen, como el esclavo satisfecho de sus grilletes, sin inmutarse que la tierra rota, incesantemente, anunciándoles un beneficio que ellos desprecian.
¿Para qué, el telescopio, la lupa binocular o el microscopio en persecución constante de lo desconocido? Auxiliares sorprendentes que han significado, camino de triunfo para el hombre. Con ellos han podido resolver, lo que para otros sigue consistiendo el misterio. ¿Dónde tuvieron origen todos estos acontecimientos? En esos lares, el hombre se dedica a pensar, no a vagar con descuido.
Hasta la fecha hemos sido unos parásitos receptivos de conocimientos de otros cerebros de la tierra. Con placidez esperamos el esfuerzo que realiza otro, pera gozarlo como un mantenido.
Es muy difícil apreciar el espectáculo de un hombre de ciencias en capitulación, él pertenece al grupo de los hoscos, contemplativos y huraños, hecho prisionero de su función emprendedora.