El paciente estaba grave en el Seguro. Amigos y familiares lo visitaban para desearle pronta recuperación. Pero hay unos panameños que son tan imprudentes... que le causan más daño al enfermo.
Una visita se fue a un rincón del cuarto y se puso a hablar... de otros casos que había conocido de ese mal.
Lo imprudente es que dijo sin desparpajo que todos los casos que conoció... ¡las personas murieron!
Yo no podía entender tamaña imprudencia. Al decirle en voz baja que no se refiriera negativamente a la enfermedad, me dijo: "Yo sólo digo la verdad".
Imagínese, Ud. enfermo y escuchar que casos iguales al suyo terminaron muertos.
En otro lugar, una señora se quería congraciar con una conocida que llegó del extranjero. Exagerando su voz señaló que el hijo de ella "era igualito a su esposo".
Luego tragó saliva cuando la amiga le dijo en voz baja que el niño era adoptado...
Otra imprudencia en esta misma onda fue la de una dama que tranquilamente comentaba con unas amigas que el hijo de una conocida ¡no se parecía en cada a sus padres! (¿Qué estaría insinuando?)
En eso del racismo y la discriminación hay que tener mucho cuidado con quien se habla. Me tocó ver en una fiesta a una persona hablando mal de cierta raza. Claro que estaba en su derecho de opinar.
Lo incómodo fue cuando entró al lugar una dama de esa raza criticada, quien resultó ser la esposa de uno de los presentes.
Cosa parecida ocurrió en otra tertulia. Alguien sostenía que había que eliminar a los niños que nacían débiles mentales.
Se tuvo que tragar sus palabras cuando se enteró que la dueña de la casa tenía un hijo discapacitado. Ni se le ocurra hablar de corrupción y malos políticos, si antes no sabe quiénes forman la reunión donde está.
Conocí el caso de una dama que despotricó contra los legisladores en una reunión. Cuando se iba, se le acercó un caballero y con amabilidad le dijo: "Yo soy legislador".
Son muchos los casos de imprudencias que cometemos "sin querer queriendo", y que nos pueden causar problemas y disgustos.