Mario Alberto Moreno Reyes nació en el Distrito Federal, en la sexta calle de Santa María la Redonda, el 12 de agosto de 1911. «Como es testimonio de mi padre, tiene que ser cierto -juzga Mario Moreno mismo-, pero no es importante.
»Es difícil para la gente señalar exactamente cuándo nació Cantinflas. Pero puedo asegurarles que nació conmigo -sigue contando el renombrado cómico mexicano-.... En esa época, aunque mis padres con grandes sacrificios habían conseguido ponerme en la escuela, me había escapado y fui carpero, cantante y bailarín en una carpa, o sea, uno de esos teatros portátiles que... instalaban por lo regular en las zonas más pobres de la Ciudad de México. Dentro de las carpas, las representaciones eran duras e ingratas. Los espectadores eran más duros.... Si... usted le gustaba , usted lo sabía: el público golpeaba las bancas, silbaba y vociferaba su aprobación. Si no estaban con usted, podía recibir un tomatazo o el impacto de una botella con excrementos.
«Es entonces cuando Cantinflas comenzó a caminar. Salí una noche y repentinamente sentí todo el impacto del miedo al escenario. Quedé paralizado momentáneamente. Entonces Cantinflas tomó mi lugar y empezó a hablar. Habló... frenéticamente, enredadamente, sin sentido, disparates, palabras incoherentes. Cualquier cosa antes que demostrar miedo. Dio resultado. Atolondrados, perdido el equilibrio por la imposibilidad de entender lo que se decía, los espectadores estaban silenciosos. Después rieron. Al aumentar las olas de risa y llegar muy intensas al escenario, supe que eso era para mí.
«Me gusta el nombre de Cantinflas. Tomé nombre artístico... para esconder mi identidad y evitar a mis padres la vergüenza de saber lo que hacía para ganarme la vida.... Después de todo, mi familia, aunque pobre, tenía un gran orgullo».
El 20 de abril de 1993, un cáncer de pulmón se llevó a Mario Moreno, pero quedó con nosotros el fenómeno cultural de Cantinflas. Gracias a Dios, Jesucristo nos legó su indispensable gracia divina para que podamos librarnos de nuestros pesares eternamente. Así como, cada vez que vemos una de las graciosas películas del popular actor mexicano, nos disponemos a recibir la gracia de Cantinflas para que surta el efecto deseado, la risa momentánea, dispongámonos hoy mismo a recibir la gracia de Cristo para que surta, a su vez, el efecto deseado, el bienestar eterno.
