EDITORIAL
Sociedad enferma
Los hechos de violencia registrados esta semana en Panamá, ponen de manifiesto que en el país existe un grave problema de salud mental, porque lo sucedido revela que estamos frente a una sociedad enferma. Ahora no sólo enfrentamos el problema de la corrupción política, sino que sectores de la sociedad recurren a espantosos crímenes que dejan asombrados a todos.
El espantoso crimen de dos hermanitos que fueron ultimados a machetazos por dos depravados nos debe llevar a meditar sobre lo que viene ocurriendo en Panamá.
En algo estamos fallando todos, sobre todo en el seno de las familias, que es la primera escuela para los niños y jóvenes. La violencia está azotando nuestro país, y lo peor del caso es que la mayoría de los criminales son menores de edad.
Panamá se ha convertido en los últimos años en un país donde la violencia se incrementa cada año. Los medios de comunicación social como éste reportan cada día hechos de sangre, que antes eran poco comunes en nuestro país, pero que hoy se registran casi cotidianamente. Los informes del Banco Interamericano para el Desarrollo (BID), revela que en Panamá la tasa de homicidios se ha quintuplicado en los últimos 20 años y en lo que va del año ya se reportan más de 50 homicidios.
Cada semana vemos al marido celoso que trata de asesinar a su mujer y luego se suicida; o si no vemos a menores-delincuentes matando a un taxista para robarle unos reales; o los delincuentes batiéndose a tiros con los policías. El caso más reciente, fue el de una joven estudiante que fue víctima de 15 machetazos por no dejarse violar
Algunos tratan de culpar a los medios por difundir las noticias sobre crímenes ya consumados. Se piensa que ocultando ese tipo de informaciones evitará la escalada de violencia en el país. Nosotros creemos que no. El problema está en la familia, que es la base de toda sociedad. Si un padre observa que su hijo que no tiene trabajo llega con una vehículo último modelo, tiene revólver y maneja dinero en grandes cantidades, debe preguntar qué sucede. Muchos padres observan callados como sus hijos adolescentes se inician en el vicio de los cigarrillos y ni siquiera les llaman la atención. Mañana ya no será el cigarrillo, sino la marihuana y la cocaína, trayendo consigo la comisión de crímenes atroces.
El problema es que muchos padres se convierten en alcahuetes de esas situaciones, porque se benefician de los dineros mal habidos de sus hijos. Mientras, los padres no mantengan una adecuada vigilancia de sus hijos, y les enseñen buenas costumbres y a respetar la vida de sus semejantes, el problema de la violencia se mantendrá.
Nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie, sólo Dios. Debemos convertirnos en mejores cristianos, para ser mejores hombres. Si todos practicáramos, aunque sea medianamente, los mandamientos divinos, en el país no habría tanta violencia.
PUNTO CRITICO |
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