Durante un recorrido efectuado por una televisora panameña en Colombia, varios periodistas filmaron una fiesta en San Vicente del Caguán, en donde jóvenes subversivos bailaban con sus compañeras al son del Vallenato. Algunas eran parejas inseparables de los comandantes rebeldes. Estas mujeres de la guerra tuvieron una muy difícil infancia, por no decir que fueron violadas, torturadas o que se transformaron en esclavas del sexo.
La periodista española Idela Díaz-Cadórniga relata en una investigación reciente que más de 300.000 niños están participando en distintas guerras a lo largo de todo el mundo en la actualidad. Pero también hay un importante porcentaje de niñas, que se ven obligadas a participar bien como soldados, espías y, sobre todo, como esclavas sexuales y "esposas de guerra".
Según Idela, en el período 1990-2000, niñas menores de edad -en un volumen indeterminado, dada la inexistencia de estadísticas fiables- han participado en conflictos armados en al menos 32 países. En el continente africano, los países más afectados por este problema son: Argelia, Angola, Burundi, Congo-Brazzaville, República Democrática del Congo, Liberia, Ruanda, Sierra Leona, Sudán y Uganda. Hasta entonces, los términos genéricos de "niños soldados" hacían referencia exclusivamente a niños varones.
Son muchos los caminos que llevan a las niñas a participar en las guerras. La mayoría son secuestradas a punta de pistola o, incluso, entregadas por sus progenitores a las fuerzas militares como modo de pago de tasas. Son muy pocas las que se unen por iniciativa propia- práctica que se ha dado más en la guerra de Kosovo.
Colegios, discotecas y supermercados son los lugares más comunes en los que las menores son raptadas. Incluso en los casos en los que las niñas se alistan por deseo propio, se trata, generalmente, de un problema de supervivencia. La infraestructura de los grupos guerrilleros puede ser el único modo de conseguir comida, protección y seguridad disponibles para los niños de las zonas afectadas por la guerra.
En la década de los 90, las niñas ayudaron a reclutar y secuestrar a otros niños a los que les esperaba el mismo destino, y en otras ocasiones se vieron obligadas a ejecutar castigos contra los menores que intentaban escapar, llegando a asesinarlos, tal y como ha ocurrido en Sierra Leona y Uganda.
Pero las tareas más terribles que han tenido que realizar son las de servir de esclavas sexuales. Han sido objeto de violaciones sistemáticas niñas de seis a 15 años que han quedado expuestas a quedar embarazadas o contraer cualquier tipo de enfermedad de transmisión sexual.
Frente a esta terrible realidad, se precisa un cambio que incluye un mayor conocimiento del papel que han desempeñado las niñas soldados en los conflictos bélicos para que la rehabilitación y reintegración de las menores en la sociedad sea completamente exitosa y su salud se vea restablecida, dado que ellas serán las madres y educadoras de los niños del futuro. |