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Estas dos palabras parecen haber desaparecido del vocabulario de una gran cantidad de panameños. Hasta hace algunas décadas era muy importante para una persona en este país "el buen nombre". Muchos se cuidaban de que su apellido no fuera manchado por acusación alguna, y que los hijos no tuvieran que cargar con las malas actuaciones de los padres.
Hoy todo ha cambiado. Importa poco que a cualquiera se le tilde de ladrón, o mal padre, o corrupto. Si al final de la jornada la cuenta de banco está llena, es poco importante que el apellido esté todo maltratado, y a nuestros hijos se le señale como a los hijos de ese indigno.
En tiempos recientes se ponía mucho énfasis en que se respetara la palabra de uno. Tenía mucho valor que se nos considerar personas honorables, incapaces de un acto deshonesto. La dignidad se cifraba en la manera como la comunidad nos miraba. Si fulano decía algo, se le creía sin condiciones por tratarse de un hombre de honor, incapaz de engañar, porque si lo hacía su dignidad se venía al suelo.
En estos tiempos no importa si a alguien se le señala como alguien corrupto. No importa si se mete en líos, si miente para lograr sus objetivos, si hace promesas que no puede cumplir: lo que es más importante es el dinero que pueda conseguir. Todo esto nos está matando como sociedad, y no vemos pronta salida. |
