Estamos en tiempo de elecciones, tanto en el Estado panameño como en el movimiento cooperativo. Se trata en ambos casos del escogimiento de los mejores hombres y mujeres para que ocupen y desempeñen dignamente, el puesto para el que han sido electos.
Las campañas publicitarias para los comicios nacionales no se distinguen por ser edificantes, con propuestas que nos hagan soñar con un país de oportunidades para todos. Se proponen cambios, pero cambios que nos proporcionen una mejor calidad de vida, no para retroceder en lo que ya hemos avanzado.
A final de cuentas, somos todos los ciudadanos de nuestra querida Panamá los que tenemos que pensar muy bien en el país que queremos y en consecuencia votar por quienes nos brinden la confianza de que así sucederá.
Igualmente sucede en el cooperativismo; al momento en que tengamos que escoger a los nuevos directivos, no nos dejemos llevar por el sentimentalismo y escojamos a los mejores para dirigir nuestra empresa cooperativa.
Como cooperativistas, en forma democrática, debemos escoger a los asociados que hayan comprobado, con sus actuaciones, que pueden administrar una empresa cooperativa que se rige por valores, base de nuestros principios.
En el cooperativismo nos regimos y debemos practicar los principios y valores en los que se nos educa y en cuanto a valores, distinguir entre los humanistas y éticos.
Valores éticos son la honestidad, la transparencia, la responsabilidad social y el cuidado de los demás. Cada cooperativista debe conocerlos y practicarlos. No es ahora cuando vamos a conocer el significado de cada uno. Debemos, sí , al votar, tener presente el de la honestidad. La honestidad, se dice, "es sinceridad en el significado de las palabras y los actos; correspondencia entre las intenciones, las acciones y las apariencias. En otras palabras, es ausencia de dolo, engaño, agendas ocultas y apariencia de solo fachada. Sin honestidad de parte de los administradores de la cooperativa, los asociados no serán bien servidos".